Universidad refuerza compromiso con la prevención de la violencia de género

En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso pone énfasis en un aspecto poco visibilizado dentro del debate sobre desigualdad y violencia de género, como es el rol de quienes observan.
La violencia no sólo se expresa a través de agresiones físicas o insultos directos, sino también mediante conductas cotidianas que parecen inofensivas o “normales”. Entre éstas se encuentran interrupciones constantes, comentarios condescendientes o descalificaciones presentadas como consejos, prácticas que incluyen, por ejemplo, el mansplaining, término que alude a cuando un hombre explica algo a una mujer de manera condescendiente, asumiendo que ella sabe menos aunque no sea así.
Aunque muchas de estas situaciones ocurren en espacios privados, desde la Dirección de Equidad de Género se señala que tienen un carácter público, ya que transmiten y refuerzan un mensaje cultural que establece jerarquías de poder. Según su directora, Yesika Herrera Soto, “estas acciones no sólo afectan a quien las recibe, sino también a quienes las presencian, dejando claro quién tiene autoridad y quién ocupa una posición subordinada”.
Por su parte, Luisa Castaldi, asesora de la misma dirección y académica de la Escuela de Psicología, destaca que existen prácticas de violencia de género que se mantienen porque cuentan con cierta tolerancia social. En el contexto universitario, explica que “es común que se minimicen comentarios sexistas de académicos reconocidos o que no se cuestionen relaciones afectivas entre docentes y estudiantes bajo su supervisión. En vez de problematizar el abuso de poder, muchas veces se justifica o protege al agresor con expresiones como ‘ella también quiso’ o apelaciones a ‘cuidar la reputación del académico’. Algo similar ocurre en espacios administrativos, donde mujeres suelen ser tratadas con condescendencia durante reuniones, y sus aportes son ignorados o cuestionados, mientras a los hombres se les atribuye liderazgo de forma automática”.
Estas conductas muestran que no sólo participa quien ejerce la violencia, sino también quienes la observan. Desde la Dirección de Equidad de Género se plantea que, frente a estos hechos, el testigo cumple un papel decisivo, puede contribuir a que la situación continúe o puede reconocerla como problemática y actuar en consecuencia. La omisión, incluso en actos cotidianos como reír un chiste sexista o minimizar una situación de desigualdad, puede reforzar el mismo sistema que se busca erradicar.
En el contexto del 25 de noviembre, la reflexión de nuestra Universidad apunta a comprender que la violencia de género no sólo se combate sancionando agresiones graves, sino también identificando aquellas prácticas normalizadas que sostienen relaciones desiguales. Reconocerlas es un primer paso para transformarlas y avanzar hacia espacios educativos más justos y respetuosos.
Dirección de Equidad de Género