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Columna: “Ética y economía: de la eficiencia a la humanización”

A la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, “todos somos responsables de la conducción de la economía y no sólo quienes toman las grandes decisiones a nivel político o macroeconómico”, indica el profesor Jorge Mendoza, académico de la Facultad Eclesiástica de Teología PUCV.

20.05.21

Advirtiendo que “la ciencia y su derivado en la técnica pueden tanto contribuir a la humanización como también al efecto contrario”, el académico Jorge Mendoza comparte sus reflexiones en torno a ética y economía en un escenario de inequidad y múltiples desafíos no sólo materiales, sino sobre todo culturales.

En palabras del profesor de la Facultad Eclesiástica de Teología PUCV, ante el “copamiento de la vida social por parte de la economía se debe mirar el tema del subdesarrollo que afecta a una buena parte de los países y el consecuente incremento o, al menos, mantención de niveles de privación y pobreza que atentan directamente contra la calidad de una vida auténticamente humana”.

“El cambio cultural que debe acompañar en simultáneo a las transformaciones estructurales implica reconocer que la economía necesita de una ética para su correcto funcionamiento, pero no una nacida desde sus propios horizontes sino una que ponga a la persona como el centro de ella”, explica Mendoza. Lo anterior, indica el académico, debido a que el desarrollo o progreso “no puede ser reducido al simple crecimiento económico, sino que debe ser auténtico e integral si quiere comenzar a esbozar una solución a la complejidad de los problemas del hombre”.

En este sentido, el artículo profundiza en una mirada cristiana de la ética y la economía, donde los desafíos son múltiples y de gran impacto: “Para el cristiano no resulta suficiente la denuncia de las injusticias generadas en el sistema o modelo económico que, por lo demás, no requieren de una perspectiva cristiana para hacerlos evidentes. Su responsabilidad y desafío son mucho más profundos: develar los orígenes –y las perversiones de carácter conceptual- que están tanto en su génesis como en su desenvolvimiento histórico e, inversamente, proponer nuevas bases éticas para su reconstrucción”.

Para Mendoza, es necesario tener presente “que el solo cambio de estructuras no basta para superar la pobreza ya que el hombre no puede ser redimido desde el exterior, sino que se requiere de un cambio cultural que implique nuevas convicciones y conciencia de la solidaridad que está presente en toda la actividad económica, más allá de la propia voluntad”.

Descarga la columna de Jorge Mendoza en el siguiente enlace: