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Revalorizan residuos vitivinícolas para uso en cosméticos, alimentos, biocombustibles y biofertilizantes

Jueves 18 de septiembre de 2025

Una solución biotecnológica que permitirá revalorizar desechos provenientes de la industria vitivinícola es lo que propone el proyecto liderado por Fabián Otálora, estudiante del doctorado en Ciencias de la Ingeniería con mención en Ingeniería Bioquímica de la PUCV, y forma parte del Concurso de Valorización a la Investigación Universitaria (VIU) de ANID.

Bajo el nombre de “Impulsando el futuro de las bioindustrias: Producción sostenible de ácidos grasos de cadena media desde residuos vitivinícolas utilizando el microorganismo Clostridium kluyveri”, la iniciativa plantea aprovechar desechos como orujo y lías —ricos en etanol y micronutrientes— a través del uso de la bacteria Clostridium kluyveri, capaz de transformar moléculas simples en ácidos grasos de cadena media. “Desde compuestos de bajo valor como acetato o etanol, logramos obtener butirato, caproato y caprilato, con aplicaciones en biocombustibles, plásticos, cosméticos y alimentación animal”, explicó Otálora.

Industria vitivinícola en la Región

La Región de Valparaíso, cuarta en producción de vino en Chile, genera más de 27 mil toneladas de estos residuos cada año, pero solo entre un 20% y un 25% es aprovechado. El resto se desecha, generando un impacto ambiental que este proyecto busca mitigar mientras contribuye a la economía circular.

Además, Chile depende en más de un 95% de importaciones para cubrir su demanda de ácidos grasos de cadena media, provenientes en su mayoría de aceite de palma del sudeste asiático. Esto genera dependencia del mercado internacional y un alto impacto ambiental, pues para producir esta materia prima se han deforestado amplias zonas en países como Malasia e Indonesia, afectando gravemente su flora y fauna.

“El tercer problema es que estos ácidos grasos llegan al país y se usan tal cual. Ofrecemos a la industria chilena una plataforma para producirlos localmente, agregando valor y reduciendo importaciones. Así reutilizamos materia orgánica elaborar un producto de alto valor que incluso podría exportarse: menos costo, menor impacto ambiental y una economía circular más sólida”, puntualizó Fabián Otálora.

Aunque el estudio se centra en desechos vitivinícolas, la tecnología podría aplicarse a otras fuentes, como restos de casinos escolares, cervecerías o industrias pisqueras, ampliando su potencial para diversas bioindustrias.

Por Erika Schubert

Dirección de Comunicación Estratégica

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