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por la Psicóloga Paulina Oneto

El desafío emocional frente a la PAES

1. Consejos para estudiantes:
- Cuidar el diálogo interno/evitar relatos descalificadores 
Tratarse con cariño es importante, alentarse considerando lo valioso del proceso personal que han desarrollado, evitando las comparaciones con sus amigos/as o compañeros/as de curso. En ocasiones los/as jóvenes se tratan mal a sí mismos, se focalizan en todo lo que no han hecho durante el año para poder haber llegado más preparados, posicionándose a momentos como sus peores verdugos, cual “pepe grillo sancionador”. En este sentido, si bien es óptimo tener una mirada reflexiva en post de mejorar, en los días venideros es mejor centrarse en los aciertos, reconociéndose como jóvenes que han perseverado para culminar su enseñanza media, sobre todo en años que no fueron nada simples, considerando la crisis sanitaria y periodos de confinamiento, en una etapa que “per se” es de apertura e intercambio social. Frases alentadoras como “daré la PAES, estaré bien, soy capaz” “confío en mí, me felicito por llegar hasta aquí” “la PAES es un paso, entre muchos otros que daré en mi vida” pueden ser frases tranquilizadoras y de cierto modo oportunas. Si estamos junto a un joven que expresa relatos descalificadores de su proceso, podemos invitarle a ser amable, compasivo consigo mismo, por ejemplo, invitándole a responder: ¿qué le dirías a tu “persona favorita” o a tu mejor amigo/a si estuviese tratándose así?, ¿cómo lo alentarías?
- Quitar el carácter fatalista/ la PAES no determina tu valía personal
Un elemento que me preocupa en los procesos de acompañamiento a jóvenes de enseñanza media, es cómo muchas veces se representan a la PAES como algo definitorio, absolutista y de cierto modo fatalista. Y claro, nadie dice que no sea importante la PAES o prepararse para ella de modo responsable, pues sí que lo es. Pero también creo que es importante que los jóvenes logren ponderar esto, desde una mirada reflexiva, comprendiendo que, si bien es un paso importante, es un paso entre muchos otros que darán. Que si los resultados no se ajustan a sus expectativas, esto no implica un fracaso, sí un traspiés, como muchos que se presentan en la vida, pero que hay alternativas, que pueden volverse a preparar y que el entusiasmo, la perseverancia y determinación serán sus aliados. Que no se juegan la vida en la PAES y no se determina su valía personal a través de un resultado cuantitativo, en el cual, por lo demás sabemos que entran en juego muchas otras variables, más allá del esfuerzo y habilidades de cada joven, como por ejemplo la inequidad en educación, el entrenamiento, incluso la suerte, entre muchos otros factores. Creo que es fundamental promover que el dicho popular “juventud divino tesoro” sea internalizado por los jóvenes, comprendiendo que están en una de las etapas más bellas de la vida en donde tienen la vitalidad y la fuerza para ir avanzando a pesar de las dificultades que se puedan presentar. 
¿Es tan malo sentir ansiedad? /el organismo se prepara para el desafío 
Habitualmente se conceptualiza a la ansiedad como una emoción displacentera, negativa, y claro que está bien tomar acciones para estar mejor, pero también es importante darle una vuelta a cómo interpretamos las señales corporales, considerando que ciertos niveles de ansiedad son óptimos, en cuanto son una especie de recordatorio de que nos anticipamos a un evento importante, frente al cual nuestro cuerpo se prepara para hacerlo lo mejor posible y poner allí gran energía. Recordar ello, incluso el mismo día de la PAES en donde es muy usual que la ansiedad aflore, resulta positivo, interpretando que la sudoración de nuestras manos, una mayor palpitación u otras señales, son avisos importantes de que nuestro organismo se está preparando para dicho desafío. 
- Transitar la ansiedad/ que no sea paralizante 
Darse permiso para sentir la ansiedad, visualizándola como una especie de ola que, si podremos surfear, nos puede servir, realizando acciones para que no se acreciente ni vaya a ser paralizante. Podemos hacer cosas simples como por ejemplo mojarnos el rostro, como una especie de “golpe de frío” en donde la estimulación sensorial nos ayuda a disminuir la ansiedad. También la contracción y relajación de músculos puede ayudar, por ejemplo: inspirar lenta y profundamente mientras cerramos nuestros puños con fuerza, y luego lentamente expiramos, abriendo nuestras manos, repitiendo ello cíclicamente. Evocar, recordar momentos en los cuales se sintieron preocupados y que lograron superar desafíos puede ser fuente de calma, recordando que muchas veces la pasamos muy mal y que en realidad luego al poner en perspectiva los hechos, todo salió bastante bien, llegando inclusive a reír en el presente de experiencias que en el momento nos angustiaron mucho. Permitirse los días previos llorar, puede ser fuente de calma, recordando que todos los sentimientos necesitan fluir. A muchos jóvenes les puede resultar útil escribir o dibujar cómo se sienten, plasmando a través de lo gráfico su sentir. El escribir, por ejemplo, ayuda poner en perspectiva la situación y permite que los pensamientos negativos o intrusivos no les inunden. Al reflexionar en torno a ello pueden darse cuenta que los escenarios catastróficos que a veces imaginan son sólo una idea subjetiva y no un hecho real.  También, puede ser útil el día de la PAES (antes de comenzar) observar elementos del entorno, distraerse contando objetos en la sala de cierto color, focalizando la atención y logrando así que la ansiedad se aminore. De modo concreto, el tener un recordatorio visual, agendar los horarios de la PAES puede ayudar también, anticipando horarios de salida de casa u otras acciones. El día de la PAES en caso de paralizarse frente a alguna pregunta o sentir cierto bloqueo, es oportuno seguir con las siguientes y luego volver al final a dicha pregunta o ítem. Ejercicios de respiración, mindfulness, la actividad física puede ser fuente de calma durante estos días.
 
2. Apoyo de los adultos: escucha activa y gestos de aliento, cuidar las expectativas 
En el acompañamiento a nuestros/as hijos/as adolescentes u a otros jóvenes, creo que es muy bueno sintonizar con el adolescente que fuimos y recordar qué mensajes y/o actitudes de los adultos realmente nos ayudaron a sentirnos mejor cuando vivíamos desafíos que nos inquietaban Desde dicha reflexión, podemos avanzar en entender lo que podrían estar sintiendo y lo que necesitan de nosotros. Resulta favorable, validar lo que están sintiendo, sin banalizar lo que sienten, ayudarlos (si nos lo permiten) a poner en palabras lo que sienten, reflexionando junto a ellos respecto a cómo poder sentirse mejor, alentándolos a confiar en sus recursos personales y recordándoles que las emociones displacenteras que podrían sentir serán transitorias. La escucha activa, las expresiones y gestos de ternura, el compartir actividades divertidas, las palabras de aliento tales como “has llegado hasta aquí, te has esforzado mucho y eso cuenta mucho” pueden ser favorables y contribuyen a la liberación de oxitócica, hormona favorable para nuestro bienestar. 
Creo que es muy importante cautelar nuestros mensajes, sin generar mayor presión en ellos, evitando frases como “estoy seguro/a que te irá muy bien” “sacarás tremendo puntaje” “eres el mejor de tu curso”. Dichos mensajes pueden generar más presión en los jóvenes y el gran temor de defraudar a los padres. Cuidar las expectativas, transmitiéndoles que suceda lo que suceda habrá alternativas, contarán con su apoyo y los seguirán acompañando desde el amor incondicional e infinito que sienten por ellos es lo central.