03.04.2020
En Chile, vivimos desde hace algunas semanas expuestos a un intenso bombardeo de información en diversas plataformas de comunicación sobre el impacto del Coronavirus (Cov) para el ser humano, particularmente, de su variante Covid-19. En un contexto donde todos dan recetas y opinan – muchas veces sin una base científica robusta - sobre qué hacer ante este potencial enemigo, la opinión de investigadores de vasta trayectoria en el área, cobra vital importancia para levantar verdades y derribar mitos.
Es por ello, que visitamos al destacado investigador de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Ph.D. en Microbiología y Genética Molecular de la Universidad Harvard, Master of Arts y Bachiller en Biología de la Universidad Brandeis, Massachusetts, Sergio Marshall González, quien, en un lenguaje cercano, nos aclaró de plano que no es posible ser completamente objetivo al opinar sobre esta pandemia viral, sobre todo, porque hasta hace algunos meses era un tema circunscrito a libros e informes científicos.
¿A qué nos estamos enfrentando?
Los Coronavirus (Cov) son virus pleomórficos con ARN como material genético que presentan altos ritmos de recombinación. La enzima que replica y expresa su material genético comete errores en el proceso, generando mutantes en forma aleatoria, que pueden transformarse en una variante de mayor patogenicidad, como es el caso de Covid-19, que tiene una agresividad epidémica muy superior a la presentada por sus dos antecesores: el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS / 2002-2003) y del Síndrome Respiratorio del Medio (MERS / 2012), con quienes comparte el 70 % de su material genético.
Esto indica que estas nuevas variantes de Cov han llegado para quedarse y que a futuro nos enfrentaremos a nuevas variantes, de una forma similar como las tenemos para el virus de la Influenza y otros virus que producen infecciones broncopulmonares.
Desde su experiencia trabajando e investigando diversos virus, ¿podremos ver la luz al final del túnel?
Sin duda y tengo esta certeza porque los virus, sin importar su origen o clase, son esencialmente agentes intracelulares obligados, absolutamente dependientes de un organismo autosuficiente, en este caso el ser humano, para poder reproducirse, multiplicarse y difundirse. Por ello, el virus sabe que para subsistir no puede destruir su propia fuente de vida, lo que explica el bajo nivel de mortalidad y, al mismo tiempo, nos entrega nuestra arma más poderosa: el aislamiento, que evita que actuemos como fuentes crecientes de contagio, facilitando que la carga viral poblacional no se mantenga en niveles altos.
¿Es posible librarse de estos virus?
Es imposible librarse de ellos pero si de controlarlos, por lo que tenemos que aprender a convivir con ellos. Afortunadamente, nuestro sistema inmune “aprende” poco a poco a responder a los nuevos agentes como el que enfrentamos hoy y, paralelamente, al determinar la especificidad éste, se generan las adecuadas estrategias terapéuticas. Unas son las preventivas, como las vacunas que protegen a quienes las reciben y, al mismo tiempo, generan la “inmunidad de grupo” (herd immunity) cuando al vacunar gran parte de la población, protegemos indirectamente a los no vacunados y, las otras, las curativas como son la gran variedad de compuestos antivirales.
¿Cómo podemos considerar entonces al invisible Covid-19? ¿Un enemigo o un aliado?
Las medidas de control tomadas por Corea del Sur, Singapur y la misma China, nos dan esperanza y avalan que como país debemos seguir la senda del aislamiento que ha demostrado, a través de resultados ambientales significativos, que es la forma más efectiva de evitar la infección. No obstante, tenemos que aceptar también que la pandemia generó un golpe emocional individual y grupal, porque detuvo al mundo y nos está enseñando de forma brutal a valorar la vida de una manera más realista y humana.
Marcelo Vásquez
Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados