30.06.2016
Con llamativas flores de distintos tamaños, formas, colores y aromas, más de 25 mil especies de orquídeas habitan en el mundo. Son plantas perennes, es decir, que viven mucho tiempo y tienen gruesas raíces bajo tierra de las que cada año brotan las hojas y, en ocasiones, las hermosas flores. A muchas de ellas se les da un uso ornamental, culinario (como la vainilla), cosmético o medicinal.
En Chile existen aproximadamente 54 especies, entre ellas, la Chloraea disoides, de pétalos amarillos con nervadura verde. Esta planta, que sólo se puede encontrar en la región de Valparaíso y en la comuna de Angol, está en peligro crítico de extinción.
Al respecto, Cristian Atala, académico del Instituto de Biología de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, agrega que la contaminación, los incendios, el desarrollo urbano y otras acciones del ser humano son la causa principal en la desaparición de las orquídeas. Muchas también se ven afectadas por el ganado que se come los tallos florales, evitando su regeneración natural.
“Sin flores no hay fruto, sin fruto no hay semilla y sin semillas no hay nuevas plantas. Además, la mayoría de las plantas son muy viejas, sus semillas tienen un porcentaje muy bajo de fertilidad y muy alto de mortalidad”, señaló.
Actualmente, hay menos de 50 ejemplares de esta especie de orquídea en el país. Para evitar que desaparezca, el académico se encuentra trabajando en un proyecto de investigación que busca producirlas para su conservación y promoverlas como plantas ornamentales.
“Es un trabajo conjunto entre investigadores de la PUCV y la Universidad de Concepción en el que logramos germinar tipos de orquídeas en medios distintos. Uno de los problemas es que la orquídea necesita otros organismos para sobrevivir. Estas plantas requieren de hongos del suelo e insectos polinizadores, por esta razón, hemos trabajado con el aislamiento e identificación de los hongos con los que se asocian y con autopolinización y polinización cruzada (transferencia de polen entre plantas de diferente constitución genética)”, complementó el Dr. Atala.
Por otro lado, el experto plantea que a las orquídeas nativas de Chile les lleva tiempo madurar y crecer, lo que podría representar una dificultad para atraer inversionistas interesados en su producción, sin embargo, el profesor del Instituto de Biología es optimista. “Aunque la orquídea se demora aproximadamente cinco años en florecer podemos llegar a lograr que existan distintas plantaciones para tener cultivos durante todo el año. Los avances logrados hasta ahora en la investigación permitirán el desarrollo de un trabajo a mayor escala en el futuro”, precisó.
APLICANDO UN MODELO COMPUTACIONAL
Para generar áreas de predicción de lugares donde se pueda encontrar la especie Chloraea disoides los investigadores realizaron un mapeo mediante un modelo computacional llamado modelamiento de nichos. De esta forma identificaron que la población de orquídeas de Angol, que está en muy malas condiciones para su preservación, podría desaparecer en 25 años y solo quedaría la de Valparaíso, por lo que se hace urgente cuidar las poblaciones.
“La mayoría de estas poblaciones está en lugares no protegidos por la ley, por lo que es muy difícil cuidarlas y llevar el control adecuado. De ahí la importancia de investigar y generar conocimientos para recomendar a las autoridades medidas de preservación”, concluyó el investigador.
Comunicaciones
Proyecto PAR Explora Valparaíso