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Saludo del Día del Trabajador y Trabajadora

Esta memoria del calendario litúrgico celebra el valor humano y sobrenatural del trabajo, que es siempre colaboración con la obra del Dios creador.

01.05.2021

Estimada Comunidad Universitaria:

En este Día de los y las trabajadores/as, momento importante de nuestro calendario civil y religioso, saludamos con gratitud a cada uno/a de quienes ejercen labores directivas, académicas, administrativas y de servicio, en nuestra Casa de Estudios. En estos tiempos complejos en la sociedad, Uds. nos han dado ejemplo de vocación de servicio a nuestra comunidad universitaria de la PUCV. ¡Gracias!

Es importante recordar el significado de este día. Esta conmemoración surge en el contexto del recuerdo de los trabajadores asesinados en Chicago, el 1 de mayo de 1886, quienes murieron tras la búsqueda de una jornada laboral que permitiese condiciones más dignas en vistas al bien común. Tres años después, el 15 de agosto de 1889, el Papa León XIII escribía la encíclica Quamquam Pluries, en la que proponía a San José como patrono de la Iglesia universal y modelo de vida familiar y laboral. Hito relevante que motivó al mismo Papa la presentación de su encíclica Rerum Novarum, que publica dos años más tarde, con la que la Iglesia abría una línea de reflexión contemporánea en torno a la Doctrina Social de la Iglesia, que ha sido de especial atención en todos los Pontífices, hasta llegar a nuestro Papa Francisco. Tema de tanta relevancia que hizo que el Papa Pío XII, en 1955, promoviera, finalmente, la fiesta de San José Obrero, el mismo día 1 de mayo, como signo señero que inspirase la vocación de todo trabajador cristiano.

Esta memoria del calendario litúrgico celebra el valor humano y sobrenatural del trabajo, que es siempre colaboración con la obra del Dios creador. El derecho y ejercicio del trabajo justo nos encamina hacia un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social, basado en la colaboración, en la formación de nuevos liderazgos positivos y constructivos, y en la protección de la dignidad humana y laboral, como nos recuerda Francisco en su reciente carta encíclica Fratelli tutti.

El trabajo no es un fin en sí mismo, sino instrumento de planificación, de contacto y solidaridad. Requiere incorporar en nuestros propósitos el tiempo contemplativo, mirar la vida con gratuidad, calma, paciencia y gozo. A ello nos invita la figura de San José, especialmente en el año que ha sido consagrado a su veneración.

Frente a la hiperconectividad de nuestros trabajos en este tiempo de Covid-19, es necesario no olvidar nuestra vocación de ser Pueblo de Dios y de la necesidad que tenemos de cultivar el contacto social. Que el distanciamiento social no afecte nuestros encuentros y nuestra fraternidad, en esta dimensión que es constitutiva y recreadora. No nos entendemos como seres humanos, de suyo sociales y sociables, sin en encuentro con el otro. Y ello lo hemos podido confirmar con la misma situación mundial en la que estamos, en la que los “encuentros virtuales” se multiplican, pero tras cada uno de los cuales añoramos saludarnos en la cercanía.

Qué este tiempo de silencio y retiro en nuestros hogares, junto a nuestros seres queridos, nos sirva para redimensionar y valorar el trabajo en comunidad, al que nos convoca nuestra PUCV. Por ello podemos decir con el Papa:

“La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la pandemia de Covid-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades. Imploremos a San José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!” (Francisco, Patris Corde, n 6).

Monseñor Pedro Ossandón Buljevic                                                                      Fr. Cristian Eichin Molina OFM

Pro Gran Canciller PUCV                                                                                          Vice Gran Canciller PUCV