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Proyecto incubado en IMPULSA+ busca acercar la tecnología e innovación a niñas, niños y jóvenes de Zapallar

El proyecto Espacio PlayaLAB liderado por Candelaria Pérez trabaja actualmente con los colegios de la comuna.

21.10.2021

La Ingeniera Civil Industrial, Candelaria Perez desde hace 15 años que vive en Zapallar y, durante estos años ha podido evidenciar una limitante que existe en el área de educación, puesto que al ser oriunda de Santiago allí tenía la opción de elegir donde estudiar. Sin embargo, en Zapallar solo existen dos colegios con educación media, uno es Municipal y el otro Particular Subvencionado.

A partir de esa inquietud y el interés de Candelaria de apoyar la educación local es que nace Espacio PlayaLAB, como una alternativa que complemente la educación que se ofrece en la comuna. Este funciona como un espacio abierto que busca albergar a todos los colegios y enseñar sobre fabricación digital y entregar los recursos para unir a los establecimientos educacionales existentes, implementándose en distintas salas de clases o talleres extraprogramáticos en conjunto.

Es en marzo de 2021 donde Candelaria Perez postula a IMPULSA+ de la Incubadora Social Gen-E de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y se convierte en uno de los proyectos que están viviendo su proceso de incubación. Y, hoy nos cuenta cómo ha sido esta etapa durante la ejecución de su proyecto y cómo han ido trabajando hasta ahora.

¿Con qué objetivo nace Espacio PlayaLAB?

Cuando los jóvenes salen del colegio, al ser Zapallar una comuna más alejada y pequeña, muchos emigran y van a estudiar a la Universidad a otras ciudades, entonces nosotros buscamos entregar más herramientas de base, porque actualmente, no todos los estudiantes tienen conocimiento de Excel y otras herramientas que puede ser que jóvenes de otros lugares del país si lo tengan más integrado a su vida escolar.

¿Cómo está trabajando actualmente Espacio playaLAB?  

Inicialmente la idea nace prepandemia, durante 2020 trabajé concretando el proyecto, buscando cual era el modelo de trabajo, la forma de trabajo y cuáles eran los contenidos que íbamos a trabajar. Y este año empezamos a funcionar oficialmente.

Durante el primer semestre hemos estado trabajando con colegios, en sus horarios de tecnología y, por otra parte, hemos hecho talleres extraprogramáticos.

Hoy día estamos con un espacio físico donde todos se reúnen, sin embargo, estamos evaluando ser un formato móvil y acercarnos más a los colegios porque somos varias localidades chiquititas. Nosotros estamos en Laguna, pero también está Cachagua, Zapallar, Maitencillo, Catapilco y la locomoción acá no es muy buena, porque si uno va a un colegio es más fácil que movilizar a los niños y niñas. Incluso es un apoyo para los papás, ya que se ahorran viajes.

¿Cómo se están llevando a cabo estos trabajos extraprogramáticos?

Al buscar ampliar la oferta educativa y las posibilidades de conocimiento, nuestra principal actividad actualmente son los talleres. Tenemos una estación de robótica con programación, otra de diseño e impresión 3D, electrónica, carpintería y madera; y nuestra idea es ir incentivando a los alumnos a desarrollar proyectos.

Queremos que más allá de realizar un taller, buscamos que se realicen proyectos. Es por esto, que comenzamos con talleres específicos y, en una segunda instancia, la idea es que todos y todas quienes fueron partícipe de estos comiencen a utilizar estos conocimientos en la creación de un proyecto y aplicar todo lo aprendido a solucionar una problemática del entorno.

¿Buscan que estos proyectos tengan un propósito?

Sí, que tenga un propósito por un lado y, por otro, también buscamos hacer más fuerte buscar la interacción social dentro del grupo. Queremos dar más becas o ver la posibilidad de que si lo hacemos en un colegio, que este nos ayude con ciertos alumnos y ellos se comprometan con el pago del taller del niño que no lo pueda pagar, no queremos que sea un espacio exclusivo para alguien que pueda pagarlo.

¿Quiénes son los que dictan los talleres?

Normalmente los hago yo. De igual manera, hay un equipo detrás, a nosotros nos apoya y estamos asesorados por el Fab LAB de Olmué, ellos nos capacitan, nos entregan contenido en temas específicos, porque en realidad yo soy ingeniera, tengo ciertos conocimientos básicos de algunos temas, pero no soy experta en todo esto, por eso nos hemos estado asesorando.

¿Cómo ha sido su paso por IMPULSA+?

Para mí ha sido súper bonito el trabajo con IMPULSA+, un apoyo que también te hace replantearte cómo estás funcionando, lo que realmente quieres conseguir con el proyecto. Dentro de los incubados, hay otro proyecto que es similar a nosotros que es Talos, nos comunicamos internamente y hace un tiempo hicimos una exposición en conjunto. Ellos vinieron e hicimos una exposición en la Escuela Cachagua, esto es algo muy bonito que nos ha dado IMPULSA+.

También destaco el hecho de que cuando uno ingresa no se tienen tantos conocimientos y aquí nos damos cuenta de que efectivamente al tener un sistema detrás, una metodología o incluso la experiencia de otra persona que participó en un proyecto y te dice “no, para mí fue clave hacer tal ejercicio o tal actividad o darme cuenta de esto” es importante y te genera más seguridad. Yo creo que aprender de las experiencias del otro es súper bonito porque es gente que pasó por algo más o menos parecido a lo tuyo.