Entre los muchos misterios que quedan sobre COVID-19, la enfermedad causada por el nuevo Coronavirus, es porqué afecta a algunas personas más que a otras. Millones de personas han sido infectadas, pero muchas nunca se enferman. Los que lo hacen pueden experimentar una variedad cada vez mayor de síntomas, que incluyen pérdida del olfato o del gusto, conjuntivitis, problemas digestivos, fiebre, tos y dificultad para respirar.
Aunque los ancianos, las personas con afecciones preexistentes como enfermedades cardíacas y los hombres tienen más probabilidades de sufrir complicaciones graves, cientos de personas jóvenes y previamente sanas han muerto por la enfermedad solo en los EE. UU.
En las últimas semanas, los investigadores comenzaron a preguntar si la genética podría influir en la gravedad de los síntomas. Hasta ahora, no saben "básicamente nada", le dice a la prestigiosa revista The Scientist, Wendy Chung, genetista clínico y médico de la Universidad de Columbia (USA). Ella es uno de los cientos de científicos que inician estudios para interrogar al genoma humano en busca de respuestas.
Chung y su equipo están compitiendo para "reciclar" y depositar hisopos nasales y otras muestras clínicas de pacientes con COVID-19 en todo el Sistema Hospitalario de Nueva York, actualmente en el epicentro de la pandemia de Coronavirus.
Los investigadores planean extraer el ADN de los pacientes y escanear los genomas para detectar pequeñas variaciones de secuencia asociadas con los síntomas enumerados en sus registros electrónicos de salud.
Investigaciones anteriores han descubierto variantes genéticas que pueden alterar las posibilidades de una persona de contraer una enfermedad infecciosa. El ejemplo más famoso es una mutación en el gen CCR5, que ofrece protección contra el VIH. Otras variantes pueden afectar lo que sucede una vez que el virus está dentro del cuerpo humano, lo que lleva a resultados sorprendentemente dispares de una persona a otra, dice Priya Duggal, genetista de la Universidad Johns Hopkins.
Duggal ha demostrado previamente que las variantes en los genes del antígeno leucocitario humano (HLA), que influyen en la respuesta inmune del cuerpo pueden explicar por qué algunas personas eliminan espontáneamente la infección por hepatitis C, mientras que otras quedan con enfermedades crónicas. Duggal dice que comprender cómo el trasfondo genético afecta las respuestas de las personas a la infección puede darles a los científicos proteínas o vías a las que apuntar para aumentar la respuesta inmune con una vacuna. Esa es la razón por la que recientemente amplió la investigación de su laboratorio sobre VIH, hepatitis y otros patógenos para observar el Coronavirus SARS-CoV-2. Está planeando un estudio de personas más jóvenes que han sido hospitalizadas después de contraer el virus para ver si hay una base genética para su enfermedad más grave, aunque duda en adivinar qué podría surgir en su búsqueda.