19.10.2018
La Liga de las Naciones (LDN) fue un organismo internacional creado por el Tratado de Versalles, el 28 de junio de 1919, que proponía establecer las bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales una vez finalizada la Primera Guerra Mundial. Aunque no pudo resolver los graves problemas que se plantearon en los años 20 y 30, su importancia radicó en que fue la primera organización de ese tipo de la historia y el antecedente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“La LDN se creó como idea y como institución para establecer y garantizar un nuevo orden mundial basado en estados-nacionales, nuevas fronteras políticas, nuevos sistemas de gobernación y una nueva política a nivel internacional (acabar política de poder y diplomacia secreta vigente desde el Congreso de Viena 1815, buscando soluciones pacíficas a los conflictos)”, señaló el doctor Thomas Fisher, académico de la Universidad Católica Eichstätt-Ingolstadt de Alemania, en la charla “América Latina y la Liga de las Naciones” organizada por el Instituto de Historia de la PUCV.
La negativa del aislacionista Senado norteamericano al ingreso de EE.UU. en la LDN y la exclusión de Alemania y la URSS, que no se integraron respectivamente hasta 1926 y 1934, limitaron desde un principio su potencialidad.
El académico mencionó que “la LDN (así como la Primera Guerra Mundial) tuvo un gran impacto en la política exterior de la región y la construcción de identidad”. En esta instancia los países latinoamericanos manifestaron y defendieron sus intereses particulares y regionales.
“Los estados de la región de América Latina asistieron a las sesiones de negociación de la LDN de las reglas del nuevo orden mundial en Paris y luego en Ginebra como agentes. No obstante, los estados de América Latina eran en su mayoría débiles”, precisó el profesor.
El profesor indicó que los países de América Latina estaban preocupados por los temas relativos a la soberanía. “Para varios de estos países era importante resolver en Ginebra las situaciones e intenciones principalmente por parte de Estados Unidos en Haití, Cuba, Panamá y Nicaragua. En estos países Estados Unidos violó la soberanía. Asimismo, en esta instancia otros temas abordados por los países de la región tenían que ver con los conflictos fronterizos. Chile los tenía con sus países vecinos Argentina, Perú y Bolivia”, explicó Fisher.
El doctor informó que hubo una diferencia entre el concepto de soberanía entendida por EE.UU. (vinculada a la idea de expansión) y de América Latina (vinculada a la idea de utis possidetis o principio de derecho en virtud del cual los beligerantes conservan provisionalmente un territorio poseído al final de un conflicto, interinamente, hasta que se disponga otra cosa por un tratado entre las partes).
La política exterior de Chile ante la apertura de la LDN implicó una serie de amenazas a su integridad territorial, en cuanto Perú y Bolivia presentaron demandas en su contra por reivindicaciones territoriales, solicitando a la Asamblea que procediese a conocer los Tratados de 1883 y 1904, respectivamente. No obstante, Chile logró en ella articular una nueva victoria diplomática. En el marco de la multilateralidad, la política externa del país logró mantener sus dificultades internacionales en la perspectiva de la bilateralidad, evitando toda cesión de soberanía mediante una activa inserción internacional.
En la Memoria de la delegación chilena sobre la tercera Asamblea en Ginebra se informaba lo siguiente: “no es grato dejar constancia de la perfecta unidad de miras que reinó entre los delegados latinoamericanos en todas y cada una de las elecciones que se verificaron en el curso de la Tercera Asamblea. En cada ocasión esas delegaciones se reunieron y votaron en cuerpo por los candidatos convenidos dándole así al continente americano una importancia y un peso que lo constituía en un factor respetable dentro de la Asamblea”.
Esta actividad se realizó el martes 16 de octubre en la Sala A del Instituto de Historia de la PUCV, ubicado en Paseo Valle 396, Viña del Mar.
Por Natalia Cabrera Vásquez
Instituto de Historia