29.11.2016
En la calle Alvares de Viña del Mar se puede encontrar el Paseo Valle, lugar que aún conserva grandes casas de comienzos del siglo XIX, pero donde destaca un edificio construido en las alturas, de arquitectura medieval veneciana, que recuerda los castillos presentes en el norte de Italia: El Palacio Valle.
Esta obra de los arquitectos Renato Schiavon y Arnaldo Barison fue construida el año 1916, luego del terremoto que azotó a la zona en 1906.
“El Seminario Internacional 100 años del Palacio Valle se organizó para entender este edificio en su contexto histórico, urbano y social, analizando además la arquitectura que se utilizaba en la época”, señaló el doctor José Moráis, profesor del Instituto de Historia PUCV y organizador de la iniciativa.
TERREMOTO DE 1906
“1906. La oportunidad de una nueva ciudad tras la catástrofe” se tituló la conferencia inaugural, dictada por el arquitecto Pablo Millán-Millán, doctor por la Universidad de Sevilla, España.
El profesional explicó que Valparaíso de finales del siglo XIX y comienzo del XX estaba dividido en dos realidades antagónicas y complejas: la ciudad de los cerros y la ciudad del plan.
“Hay un aumento exponencial de la población por inmigración pobre, dado el importante tráfico que comenzaba a desarrollar el puerto y la demanda de trabajo en la zona. Esta llegada masiva de inmigrantes incrementó la población y trajo una lógica necesidad de viviendas para los nuevos habitantes. La falta de espacio urbano en el plan hizo que la ciudad creciera hacia los cerros a comienzos del siglo XX y más de la mitad de la población habitaba en autoconstrucciones tipo ranchos, cuartos redondos y conventillos en los que convivía hacinada”, precisó.
La falta de higiene derivada de estas grandes concentraciones de personas de bajos recursos y las nulas medidas sanitarias en las construcciones (sin un sistema de evacuación de residuos orgánicos, basuras, etc.) hicieron que rápidamente surgieran brotes de cólera y tifus.
En este contexto, tuvo lugar el terremoto del 16 de agosto de 1906, donde en lo referente a las construcciones doce manzanas fueron destruidas por completo y otras tantas quedaron con edificios fuertemente dañados. Pero pese a sus efectos fulminantes, el sismo le dio la posibilidad a Valparaíso de establecer un nuevo urbanismo y una nueva ciudad.
Este sentir positivo de oportunidad, tras las devastadoras consecuencias del terremoto, se reflejó en diferentes proyectos de reconstrucción que Pablo Millán-Millán diferenció de la siguiente forma en su ponencia: “Una ciudad higiénica” del ingeniero Francisco Garnham; “Una ciudad ordenada” del ingeniero Abelardo Arriagada; “Una ciudad reciclada” del arquitecto Carlos Claussen y “Una ciudad nueva”, del geógrafo Alejandro Bertrand (opción de Santiago que es finalmente escogida).
Las diferentes propuestas, que recogían la idea de modernidad, buscaban una ciudad higiénica dados los problemas que la insalubridad estaba generando o se centraban en una ciudad unitaria, aunque la topografía siguiera diferenciando entre plan y los cerros.
“El terremoto marcó un antes y un después en lo estructural, material de las viviendas y en la propia ordenación del territorio. Hay una innovación tecnológica y en el tema higiene de las construcciones, aunque en lo urbanístico no hubo avance inmediato”, concluyó.
PABELLÓN PARIS
La artista visual, docente universitaria de historia del arte y gestora cultural Mariana Milos Montes (Licenciada en Artes Visuales de la Pontificia Universidad Católica de Chile) dictó la conferencia el “Pabellón Paris: la identidad chilena escenificada en la Exposición Universal de 1889”.
El Pabellón Paris fue construido en Francia, en 1889, con el fin de representar a Chile en la Exposición Universal de París que se celebró en el centenario de la toma de la Bastilla, que dio inicio a la Revolución Francesa.
“Chile fue invitado en 1887 para participar en esta exposición y ese mismo año el ministro de Industria y Obras Públicas, Pedro Montt, designó a una comisión ad hoc para trabajar en nuestro país. En Francia, en tanto, el ministro plenipotenciario Carlos Antúnez fue designado como el encargado de resolver todos los detalles en el país organizador. El principal, sin duda, era definir cómo sería el pabellón que representaría a la nación”, indicó la profesional.
Después de varias discusiones, fue propuesta una construcción que incluía metales de uso vanguardista en la arquitectura de la época, como el hierro. La explicación la daba el mismo Antúnez, en carta al ministro Montt: "No somos ni México ni Perú, con patrimonio azteca o incaico, fuentes de posible inspiración… No queda, por consiguiente, otro recurso, a mi juicio, que construir un elegante pabellón".
Luego de establecido el presupuesto oficial, se llamó a concurso para la realización del pabellón. El proyecto ganador fue el presentado por la firma M.M. Moisant, Laurent, Savey et Cia., a cargo del arquitecto Henri Picq.
Los impulsores de la construcción del Pabellón París pretendían convertirlo en uno de los principales referentes de arquitectura metálica en Chile, en miras hacia el centenario de la Independencia.
“Esta obra será considerada como un documento o vestigio de la propaganda estatal que emprendieron las elites dominantes en ese momento histórico, para instalar en el extranjero la idea de un país próspero, confiable y en pleno desarrollo artístico”, concluyó la profesional.
El Pabellón París fue el primero en ser desarmado y enviado a su país de origen, llegando a Chile en 1890. Pero sólo en 1894 fue instalado en la Quinta Normal de Agricultura, perdurando hasta hoy como el Museo Artequín, con designación de Monumento Histórico Nacional.
PROYECTO DE INNOVACIÓN DOCENTE
La iniciativa se inscribe dentro del Proyecto de Innovación Docente “Corpus Digital de Historia del Arte”, realizado por los alumnos de la cátedra de Historia del Arte Contemporáneo.
Otras exposiciones de la jornada fueron: “La influencia extranjera en la arquitectura viñamarina de comienzos del siglo XX” del historiador Jorge Salomó, gerente de la Corporación Cultural de Viña del Mar; “Los entornos del palacio: Viña del Mar como el jardín de las delicias, el Versalles chileno y la costa azul de Sudamérica” de los profesores David Aceituno y Carolina Ibarra del Instituto de Historia PUCV; “La familia Valle, inmigración e inserción” del profesor Emilio Toro Canessa, investigador del Archivo Histórico de Viña del Mar y “El palacio Valle y el neomedievalismo arquitectónico en Chile” del doctor José Moráis (PUCV).
Natalia Cabrera Vásquez
Instituto de Historia