08.03.2021
“Política y Pandemia: Una mirada a la actualidad desde las ciencias sociales” se denominó un conversatorio organizado por el Grupo ¿Dónde están los gusanos?, que está conformado por los estudiantes Henry Styles, Carlos González Valdovinos y Mirko Kukuljan. Asimismo, integran esta instancia los estudiantes Inger Krüger, José Manuel Quinteros, Franco Ramos y Valentina Véliz.
El primer expositor de esta jornada fue el Dr. David Aceituno, académico del Instituto de Historia PUCV. El profesor abordó qué está pasando desde el punto de vista político en relación a la pandemia, pero con una mirada histórica.
“Desde la mirada de la historia del tiempo presente se requiere analizar el pasado y referenciar el contexto mundial y no solo el nacional. Para entender lo que ha venido sucediendo en Chile desde octubre de 2019 se requiere revisar sus conexiones con la historia global”, explicó el académico.
Aceituno inició su análisis citando el caso reciente del rapero español Pablo Hasél, que fue encarcelado el pasado 16 de febrero, desatando una oleada de protestas que ha sacudido España en este último tiempo. Hasél fue condenado por “enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona y a instituciones estatales” por algunas de sus letras y tuits. Al acumular condenas previas por delitos como agresiones y amenazas, la justicia española decretó su entrada en prisión.
Tras el ingreso penitenciario de Hasél —nacido como Pablo Rivadulla Duró en 1988— se produjeron protestas en España para pedir su libertad en ciudades como Madrid, Valencia, Pamplona o Barcelona, demandando la libertad del rapero.
“Algunos analistas están señalando que esto no es solo consecuencia de que este artista haya cantado en contra del Rey o líderes de la derecha más extrema en España o que se esté en el límite de la libertad de expresión. Los especialistas en realidad han concluido que estas manifestaciones en favor del rapero son también el resultado de una década de fracasos de las movilizaciones sociales, que hoy alcanza su punto máximo. En el fondo lo que ellos dicen, es que lo que pasó hace diez años con el 15 M, hoy se manifiesta en su mayor estado de frustración, por lo que sería el fin de un ciclo de una década de jóvenes descontentos con la política que termina en un estallido social”, comentó el profesor.
El académico también recordó la portada de la revista estadounidense Time, que en el 2011 eligió a “el manifestante” como el personaje más importante del 2011, lo que da cuenta de una historia reciente donde este actor ha ido tomando cada vez más relevancia en la política global.
Esa elección de la revista reflejó la relevancia de las protestas ocurridas durante ese año, desde la Primavera Árabe hasta Occupy Wall Street, los indignados españoles o las manifestaciones en Rusia. Este medio de comunicación señaló que se reconoce a los manifestantes por “redefinir el poder de la gente” en todo el mundo.
Por otra parte, el profesional agregó que la COVID-19 llegó a una América Latina todavía convulsionada por la ola de protestas que de forma casi simultánea sacudió a Ecuador, Bolivia, Colombia y Chile, a finales del 2019.
“En la pandemia, por el confinamiento, el espacio público se traslada a las redes sociales. Este análisis del presente tiene conexiones con lo que ha pasado en el mundo desde hace una década. Yo creo que en Chile esta frase del estallido social 30 años 30 pesos, o lo que está pasando en Europa, son ciclos de desatención de los movimientos sociales y sus diversas demandas que generaron desafección profunda hacia las formas de hacer política más tradicional. Frente a esta situación tenemos mucho que decir los historiadores, educadores y comunicadores sociales, según corresponda”, concluyó el profesional.
Comunicaciones, Estallido Social y Pandemia
El Dr. Claudio Elórtegui Gómez, académico de la Escuela de Periodismo PUCV, mencionó que “estamos en el inicio de un fenómeno de mucha complejidad, especialmente desde la interpretación periodística más del día a día en la que se trabajan los datos, que son muy cotidianos, y se tiende a perder el continuo de lo que es la pandemia”.
Para Elórtegui el estallido social en Chile marca un punto de inflexión para el estudio de la comunicación, sobre todo desde la comunicación política. “Hay que señalar que la comunicación política en general busca establecer y levantar conocimiento en una relación, que siempre ha sido compleja como es la que existe entre la ciudadanía, los medios de comunicación y el poder. El poder dentro de lo que uno podría señalar como un concepto amplio y no necesariamente circunscribiéndolo o reduciéndolo al poder político. Es un poder, que, si bien por momentos es político, también dentro de lo que son las estructuras actuales y contemporáneas, acentuadas por una globalización de la naturaleza en la que estamos sumidos, manifiesta las debilidades y vulnerabilidades de todo un sistema, siendo simultáneamente un poder muy mediático”, destacó el profesor.
Para el académico el poder económico también es un poder político, que sitúa también en las estructuras mediáticas tensiones.
“Vean ustedes lo que está pasando particularmente en Australia, en las tensiones que existen entre Facebook, Google, y la normativa de ese país que quiere que haya retornos y compensaciones económicas a la producción informativa local, dado que es un contenido que es utilizado por estos gigantes tecnológicos, que dicho de paso se ve beneficiado en este actual contexto de ascendente digitalización por la pandemia. Es un fenómeno en el cual debemos estar muy atentos porque podría significar un remezón del poder muy fuerte. A su vez, ciertas estructuras del poder político intentan limitar hasta cierto punto las estructuras del poder económico más tradicional”, puntualizó el periodista.
Para el profesional en medio de este escenario “híbrido” es muy complejo llegar a grandes conclusiones y si se hicieran faltaría mucha rigurosidad para plantearlas.
“El estallido social en Chile, y como uno puede ver estos fenómenos en otras partes del mundo, con sus particularidades y ámbitos de la cultura política, generan también sus propias dinámicas locales internas. Sin embargo, también se encuentran dentro de un fenómeno global que es más amplio, que, a su vez, se va acrecentando, y en el cual uno podría comparar en cuanto a similitudes: se evidencia a nivel general una crisis de la democracia liberal muy fuerte y un agotamiento y falta de legitimidad del sistema político”, concluyó el profesor.
Por Natalia Cabrera Vásquez
Instituto de Historia