
Con profundo pesar, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso comunica el sensible fallecimiento de quien por muchos años fuera académico del Instituto de Filosofía, señor Mirko Skarica Zúñiga (Q.E.P.D.).
Sus funerales se realizarán el martes 02 de diciembre en el Cementerio Parroquial de Caleta Abarca, en Recreo, luego de una misa por el eterno descanso de su alma que tendrá lugar en la Capilla Naval de Las Salinas, a las 13 horas, iglesia en la que hoy se desarrolla su velatorio hasta las 20 horas.
Semblanza
El profesor Skarica se licenció en Filosofía por el Colegio Máximo San Miguel de Buenos Aires, Argentina, y también en Licenciatura en Filosofía y Educación por la Universidad Católica de Valparaíso.
A partir de 1965 se incorporó como profesor al Instituto de Filosofía, obtuvo el grado de Doctor en Filosofía en la Universidad de Navarra y estudió en la Universidad de Heidelberg, Alemania, donde frecuentó al reputado filósofo del leguaje, Ernst Tugendhat.
Fue profesor visitante en universidades de Estados Unidos y España, presidente fundador de la Sociedad Chileno-Alemana de Filosofía y hasta hace algunos meses, según indicaron desde el Instituto de Filosofía, “se mantuvo activo dando conferencias en distintas universidades con una lucidez y claridad que daban cuenta de un despliegue de saber excepcional”.
Mirko Skarica fue uno de los primeros académicos en el país en investigar la naturaleza del lenguaje desde una perspectiva filosófica, incorporando en las aulas la filosofía analítica en diálogo con la tradición. Fruto de ese trabajo resultó, entre otros, la publicación de la traducción del “Comentario de Santo Tomás de Aquino al Perihermeneias de Aristóteles”, trabajo que se forjó en las aulas de la Universidad en la década del 80.
Hace unos años, la prestigiosa editorial EUNSA de Navarra, España, publicó un nuevo libro suyo bajo el título “El juicio del Interpretatione de Aristóteles. Sus comentaristas y su recepción contemporánea”, texto que “impresiona por un conocimiento a fondo y en la lengua original de las fuentes de la tradición antigua y contemporánea en torno a la naturaleza del lenguaje. Dicha obra, imprescindible hoy para quien se interese y quiera formar en ese tema, contiene las reflexiones a las que consagró buena parte de su vida académica”, sostienen desde el Instituto de Filosofía.
Asimismo, uno de sus mayores aportes en el ámbito académico fue la formación de discípulos, ya que con prudencia supo cautivar con sus enseñanzas y hacer nacer en sus estudiantes un verdadero amor por el saber. Su estilo directo permitió captar estudiantes para sus seminarios optativos, con quienes conseguía una asistencia considerable.
Su casa permanentemente estuvo disponible para quienes quisiesen cultivar una verdadera amistad en torno al estudio, siempre escuchando y aconsejando a quien lo necesitase.
Desde el Instituto de Filosofía indicaron que “con amistad y cordialidad se dio a la tarea de la búsqueda de la verdad y del bien a través del saber. Con grandeza, disposición y generosidad compartió con sus estudiantes y con sus pares el fruto generoso del cultivo del pensamiento. Con rigor en la lectura y sobriedad en la interpretación fue dejando la semilla que hoy es árbol robusto. En el plano de la gestión universitaria entregó también su valioso aporte. En el nivel central, desempeñó con lucidez el cargo de director de Docencia, mientras que en el Instituto de Filosofía ocupó los cargos de director, de secretario académico y de director de los programas de postgrado en varias oportunidades”.
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