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Columna: "Adviento, fe y Navidad"

Por Miguel Vergara, Bachiller Canónico en Teología PUCV. Publicada en El Mercurio de Valparaíso (13.12.2021)

Jueves 16 de diciembre de 2021

Columna:

El Adviento es un tiempo de espera y preparación espiriTual para recibir dignamente al Niño Dios. Debemos procurar hacerle un espacio en nuestro corazón al Hijo de Dios que murió en la cruz para abrirnos el camino a la vida eterna. Nuestro peregrinar no finaliza con la muerte, sino que continúa al encuentro definitivo con Cristo: "Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera vivirá” (Jn 11,24 ).

Desde una visión materialista, la esperanza en la inmortalidad no sería más que un placebo al que nos aferramos para hacer más digeribles las penurias de este mundo. Marx llegó a decir que la religión es “el opio del pueblo”, porque dificultaba el despertar de la conciencia de clase del os más desposeídos; a cambio les ofrecía un paraíso aquí en la tierra que, en los hechos, ha devenido en hambre y miseria. Para el materialismo es dificil aceptar la vida eterna, puesto que escapa al ámbito de la razón; solo la fe nos permite acceder a una escatología que no se deja reducir a los métodos de las ciencias empíricas.

Muchos, quizás intuyendo que en Cristo hallarán la paz, anhelan tener fe y se preguntan cómo alcanzarla. Si bien para el cristianismo la fe es un don de Dios, eso no quita validez a la sentencia de San Agustín: “Reza como si todo dependiera de Dios y trabaja como si todo dependiera de ti”. En tal sentido, podemos predisponernos a la fe.

Para ello, lo primero es conocer puesto que nadie ama lo que no conoce; y quien conoce a Cristo conoce al Padre (Jn 14,7). Sus enseñanzas están en la Biblia, particularmente en los evangelios, los que hay que leer sin prisa, recogiendo nuestros dispersos sentidos y haciendo silencio interior. A la vez, debemos rogar a Dios para que abra nuestra mente y corazón para acoger su Palabra y dar testimonio de ella con nuestras obras.

En definitiva, la fe es nuestra respuesta a la Palabra de Dios que nos interpela y confronta nuestra existencia. Nos abre trascendente de la vida. Como dice Antonio Bentué, “somos un ojal abierto, en búsqueda del botón que debe irrumpir en nuestra existencia para fundarla; es decir, para divinizarla y, en consecuencia, darle la inmortalidad”.

En este Adviento roguemos a Dios para que se digne a otorgarnos la gracia de la fe y que nuestra perseverante oración intensifique esa fe: “¡ Creo, Señor, pero ayúdame a tener más fe! ” (Mc 9,24). Con este espíritu recibamos al Hijo de Dios, que en esta Navidad humildemente viene a visitarnos como un niño indefenso que quiere renacer en el pesebre de nuestro corazón.

¡Feliz Navidad!

Puedes ver la publicación original aquí.