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Palacio Valle conmemora 100 años de historia en Viña del Mar

El Dr. José Moráis Morán, profesor del Instituto de Historia desarrolló un estudio que analiza la arquitectura, orígenes y símbolos que encierran este tradicional palacio, ubicado en el centro de la ciudad.

Por Natalia Cabrera Vásquez

Recorriendo la calle Alvares de Viña del Mar se puede encontrar el Paseo Valle, lugar que aún conserva grandes casonas de comienzos del siglo pasado, pero donde destaca un imponente edificio construido en las alturas, recordando algunos castillos presentes en el norte de Italia por sus elegantes formas y singular belleza: El Palacio Valle.

Los arquitectos responsables de esta obra fueron Renato Schiavon y Arnaldo Barison. “Este edificio rememora las villas italianas de la zona de la Liguria donde vivía Giovanni Valle, empresario que mandó construir el palacio. Él provenía de un lugar que se llama Sante Margharite Ligure donde se localizan muchas casas que tienen puntos en común con este inmueble”, señaló el doctor español José Moráis Morán, académico del Instituto de Historia PUCV, que realiza el proyecto titulado “La arquitectura de Renato Schiavon y Arnaldo Barison (1906-1921): proyección en Chile y contextualización internacional”, que cuenta con el apoyo de la Dirección de Investigación de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados (VRIEA) y  la colaboración del Grupo de Investigación Arte y Arquitectura desde la Antigüedad hasta nuestros días (ARTARQ) de la Universidad de Extremadura, España.

Giovanni Valle llegó a Chile el año 1870 con parte de su familia. Desarrolló negocios que le aportaron riquezas, destacando una panadería en la calle Valparaíso de la Ciudad Jardín. “Gracias a esto adquirió varias propiedades en el Paseo Valle, y es muy significativo, que erija en la altura su vivienda al final del pasaje. De esta forma se disponen los palacios de las villas italianas, encima de pequeñas colinas que miran al mar, tal y como ocurre en las localidades de Portofino, Rapallo o Sante Margharite Ligure, epicentros célebres por sus balnearios”, precisó Moráis.

La obra o construcción del palacio fue rápida, pero su dueño sólo alcanzó a vivir tres años con su esposa y siete hijos en el inmueble. Con la muerte del propietario, su señora inicia la venta de las parcelas cercanas y del palacio.

La residencia la compró en 1923 Patricio Achurra Plaza, quien lo traspasó en 1935 a don Emilio Domínguez Rielo. En 1964 pasó a manos del Instituto Norteamericano de Cultura, entidad que estableció en ella su sede hasta 1985, fecha en que fue adquirida por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, con la finalidad de instalar en estas dependencias el Instituto de Historia.

Venecia como inspiración

Tras su llegada a Chile en el año 1906, época marcada por el destructivo terremoto que asoló Valparaíso, Barison y Schiavon trabajaron en el diseño de los interiores (molduras, escalera, yeserías y pinturas) y en el mobiliario del Palacio Rivera de Valparaíso, cuya traza exterior se   atribuye al arquitecto italiano Ettore Petri. “Es a través de este profesional que Barison y Schiavon recuperan la idea de los estilos medievales venecianos, especialmente de los palacios de los siglos XIV y XV”, comentó Moráis.

A partir de los postulados utilizados en la arquitectura civil veneciana, en el Palacio Valle proyectaron una fachada telón horizontal que enmarcaba visualmente un jardín anterior. Además, mediante fotografías del periodo se aprecia que alrededor de la casa existía un patio mucho más amplio, donde posiblemente había miradores con terrazas.

La escalera principal del palacio fue ornamentada con figuras en yeso donde se incluyeron imágenes de una madre dando pecho a un niño, la de un pensador mirando un busto de un filósofo y la de un león alado, que representa al evangelista San Marcos, siendo además el símbolo de Venecia. Esta iconografía es muy apropiada para un palacio de claras resonancias italianas, apreciando la repetición de este símbolo por toda la casa.

En la fachada principal del palacio se realizó un mosaico con fondos dorados, técnica típicamente veneciana y donde posiblemente se figuró el rostro de San Juan (Giovanni significa Juan en español).

Uno de los puntos más originales del conjunto, y que quizás permita entender la personalidad culta del promotor de la obra, reside en las inscripciones colocadas en el dintel del acceso principal al palacio, así como en los tímpanos de las dos puertas que flanquean el zaguán. Se trata de textos eruditos compuestos en latín clásico.

En la entrada del palacio hay frases en latín. En el lado izquierdo se lee: LABOR OMNIA VINCIT IMPROBVS. Texto procedente de la obra Geórgicas de Virgilio (ca. 29 a. de C.) y que en su estado completo reza: “Labor omnia vincit improbus et duris urgens in rebus egestas", es decir, “Todo se venció en fuerza de un improbo trabajo y de la necesidad que nos obliga a las cosas más duras".

La placa derecha expone el texto: HONESTA FAMA EST ALTERA PATRIMONIVM, cuya traducción castellana es: “Buena fama es un segundo patrimonio”. El origen del texto corrobora la vertiente culta, humanista, de relectura de los clásicos grecorromanos que domina las formas iconográficas y epigráficas del Palacio Valle frente al carácter medieval de su arquitectura, pues procede de la mano de Catón, el filósofo estoicista y autor de la Ética (ca. 149 a. de C.), que recogía preceptos morales.

Finalmente existen otros elementos propios de la arquitectura medieval veneciana que Barison y Schiavon incluyeron en el trazado de la construcción. Es el caso del aspecto fortificado del edificio, el uso de almenas rematando las dos torres y la fachada principal, la colocación de tracerías caladas en ventanas imitando las de arquitectura civil de palacios italianos, el uso de arcos ojivales, alfices sogueados, columnas sogueadas esquineras, medallones, clípeos y capiteles corintios soportando el pórtico. Todo ello acaba por otorgar a la construcción un aire señorial que, sumado a su ubicación topográfica, supusieron un impresionante marco escenográfico para el paseo Valle.

Los arquitectos y su legado

Barison y Schiavon eran originarios de Trieste (Italia) y estudiaron en la Escuela Industrial de esta localidad.

La destrucción de gran parte de los inmuebles de Valparaíso, luego del terremoto de 1906, y el traslado de buena parte de la población hacia la más espaciosa Viña del Mar, hizo necesaria la intervención de nuevos arquitectos que llevaran a cabo una regeneración de los lenguajes estilísticos conocidos hasta el momento en estos dos enclaves poblacionales y en Chile en general.

Los edificios de estos arquitectos deben englobarse dentro del eclecticismo finisecular propio de la arquitectura del siglo XIX europeo, porque combinan muchas tendencias arquitectónicas de diferente origen y naturaleza. Ello se observa en sus obras más destacadas en la zona: La Biblioteca Severín y el Palacio Baburizza. Además decoraron los interiores del Palacio Rioja de Viña del Mar y realizaron íntegramente la Casa del Cerro Artillería, siguiendo fórmulas menos imaginativas y más ligadas a la arquitectura vernácula de la Región, hecha en madera.

“Lo que investigo es cómo estos arquitectos se mueven entre el eclecticismo y el modernismo, que es otra vertiente que utilizan en el palacio Baburizza, más cercana al Art Noveau. No obstante, primordialmente utilizan elementos de la arquitectura neomedieval que se había desarrollado en Europa en el siglo XIX, como una copia o reinterpretación”, informó Moráis.

El trabajo y huella artística de estos profesionales en Chile fue amplia, pues hasta la década de los años 20 mantuvieron activo un taller de arquitectura, sociedad que Barison y Schiavon disolvieron. Sin embargo, Barison tomó un puesto más importante en su labor en solitario.

Los arquitectos se casaron y tuvieron hijos en Chile. Ambos murieron en Valparaíso y están enterrados en el cementerio de Playa Ancha.