Damián Azócar Verdejo, alumni Derecho PUCV
Liderando la expansión global de una Fintech chilena
14.08.2025
Cuando Damián Azócar Verdejo ingresó a la Escuela de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) en 2013, su futuro parecía encaminado al ejercicio tradicional de la profesión. Rindió el examen de grado, se tituló y, apenas tres meses después, recibió una doble noticia que cambiaría su vida: iba a ser padre junto a su pareja, Francisca Viveros —también ex alumna de la escuela— y pronto iniciaría un trabajo que lo llevaría a un mundo completamente nuevo para él: el de las tecnologías financieras.
En marzo de 2021 llegó a Vita Wallet, una empresa chilena de pagos internacionales fundada en 2019, sin entender demasiado del negocio. Empezó como analista de compliance, un cargo inicial que pronto se transformó en una oportunidad de crecimiento. “Fue toda una experiencia. Comencé a adaptar las herramientas que me dio la Escuela a este lenguaje internacional y a este mundo, que es muy distinto”, recuerda. Al poco tiempo fue nombrado gerente de compliance, y en marzo de 2024 asumió como gerente de la nueva área de “Legal y Expansión”, desde donde lidera la consolidación de la compañía en sus mercados actuales —México, Chile, Colombia y Argentina— y los procesos de apertura en Perú, Brasil, Bolivia, Estados Unidos y la Unión Europea a través de España.
Cuando Damián se incorporó, la Fintech apenas tenía diez personas; hoy son setenta, distribuidas en toda Latinoamérica, pero con un importante núcleo en Chile. La expansión lo ha llevado a viajar con frecuencia para conocer a actores locales y encabezar los procesos regulatorios y de licenciamiento que permiten operar en cada país. “Me ha tocado desde revisar documentos en procesos de venture capital, hasta hacer análisis comerciales y de mercado de largo plazo”, comenta. La clave de su cambio de área, dice, fue conocer el negocio en profundidad hasta el punto de poder tomar decisiones estratégicas sobre su futuro.
Vita Wallet opera en la subindustria de cross-border payments, ofreciendo recepción y envío de pagos internacionales, tanto en moneda tradicional como en criptoactivos. En Chile, su actividad es supervisada por la Comisión para el Mercado Financiero; en otros países, requiere licencias y autorizaciones específicas. El desafío es mayor en aquellos mercados que no cuentan con una ley Fintech específica —la única en Latam, además de la chilena, es la mexicana—, ya que el marco legal debe ir construyéndose junto con el modelo de negocio. “Se va creando el derecho conforme se crea el negocio. Los diversos actores lo van aceptando, se le da forma jurídica y así se va construyendo la industria”, explica.
Esa experiencia lo ha llevado a compartir el caso chileno en eventos en Chile, Argentina, Bolivia, Las Vegas y Miami, donde ha sido invitado como speaker para hablar de gestión de riesgo y regulación en América Latina. Su especialización, admite, proviene casi en su totalidad de la práctica. “De formación hay poco, solo algunos cursos. Lo que más hay es experiencia y entender cómo un abogado se enfrenta a nuevos modelos de negocio”.
Para Damián, el rol del abogado en el sector Fintech no es frenar la innovación, sino darle solidez y credibilidad. “Primero fue la economía y tecnología, luego la industria, y ahora nosotros para darle confianza a los diversos actores. El abogado traduce el lenguaje Fintech a lo que ya conocemos y crea algo que permita que el servicio no pierda su esencia. Lo jurídico es todo: se trata de hacer que el servicio sea rápido, pero también robusto y seguro”.
La cultura de trabajo en la empresa es tan disruptiva como su modelo: no hay obligación de ir a la oficina, lo que le permite compatibilizar viajes, trabajo y familia. “Se trabaja por proyectos, no por horas. Hay un talento joven que valora no pasar dos horas en un taco y estar con sus hijos”, dice.
Además de su rol en Vita Wallet, Damián años atrás emprendió con Contraloría Privada, empresa vinculada al mundo tecnológico y regulatorio a la que fue invitado por Adolfo Silva -profesor de la escuela-, una iniciativa que —asegura— no habría sido posible sin todo lo aprendido en fintech.
Su paso por la Escuela de Derecho de la PUCV lo recuerda con afecto y gratitud. “Lo primero y más importante es que ahí conocí a mi señora”, comenta entre risas. Pero también destaca la formación rigurosa y la disciplina adquirida: “Un profesor decía que uno genera olfato jurídico. Cuando tienes esa rigurosidad, es fácil adaptar otras cosas a lo que ya conoces. La Escuela te prepara para cualquier situación: cuando expuse por primera vez en Las Vegas no sentí temor de no saber qué decir. Todo lo llevo de alguna manera a mis aprendizajes ahí”.
A los futuros abogados de la PUCV les deja un mensaje: “Que disfruten la Escuela, que nunca se sientan atrapados por un modelo de abogado. Si uno quiere innovar o ser disruptivo con el derecho, es posible. Y la Escuela es el mejor lugar para aprender lo necesario para hacerlo”.
Facultad y Escuela de Derecho PUCV