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La importancia de los espacios de encuentro de mujeres: una plataforma para el cambio social

Cada conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer trae consigo nuevas reflexiones y miradas: los espacios de encuentro por y para mujeres surgen naturalmente para favorecer la reflexión colectiva. En el contexto universitario sobran los ejemplos: las investigadoras hoy cuentan con espacios institucionalizados para avanzar, profundizar, contribuir y abordar el desafío de reducción de brechas de género en su área.

Ahora bien, es importante destacar que estas instancias no las inventó la academia: se han dado naturalmente a lo largo de la historia como un bastión de lucha y solidaridad y según se ha estudiado, son plataformas fundamentales para el crecimiento personal y colectivo.

Desde la perspectiva del cambio sociocultural, Teresa del Valle (2001), habla de nuevas socializaciones, es decir, pone en valor el potencial del encuentro para “definir conocimientos, debatir problemas, expresar disatisfacciones, contextualizar la crítica, conseguir apoyos, crear complicidades, diseñar modelos, buscar referencias y modelos, definir nuevas aspiraciones e incluso valorar el potencial de las emociones que se atribuyen a las mujeres de manera peyorativa”.

Inicialmente los espacios de mujeres buscan ir en contra de mandatos culturales y, en ese sentido, el grupo instiga, genera y apoya.

Análisis sobre los efectos del asociacionismo sobran: mujeres migrantes de Bizkaia revelan el importante papel que desempeñan ellas y sus asociaciones en la promoción del bienestar, el empoderamiento y la lucha contra las desigualdades múltiples y en Chile se estudiaron las relaciones entre la participación de mujeres rurales en iniciativas productivas de tipo asociativo y sus posibles procesos de empoderamiento en contextos interculturales en región de la Araucanía.

Su importancia radica en el tejido de vínculos que generan. Permiten compartir experiencias, desafíos y logros en un entorno que promueve la empatía y el entendimiento mutuo. Ante la diversidad de culturas, perspectivas e historias personales, estos espacios sirven como catalizadores para el entendimiento interseccional y son un terreno fértil para el intercambio de conocimientos, mentoría y aprendizaje mutuo.

Según Del Valle “el asociacionismo posibilita la asunción de protagonismos que ayudan a diferenciarlo de una mera participación”.  En este sentido, podrían ser una plataforma para la acción colectiva que permita impulsar los necesarios cambios sociales.

La sinergia entre las diversas voces, experiencias y luchas personales en estos ámbitos no solo alimenta la resistencia ante las desigualdades arraigadas, sino que también siembra la semilla del cambio estructural. Sin perder de vista otras instancias con potencial transformador, el encuentro podría ser el paso inicial para la acción.

Fuentes:

Del Valle, T. (2001). Asociacionismo y redes de mujeres ¿Espacios puente para el cambio?. Anuario de hojas de Warmi, (12), 131-151.

Mora Guerrero, G. M., Fernández Darraz, M. C., & Ortega Olivetti, S. V. (2016). Asociacionismo productivo y empoderamiento de mujeres rurales: Madres multiactivas, socias y mujeres campesinas. Cultura-hombre-sociedad, 26(1), 133-160.

Prieto, R. R., Cabrera, M. S., Estepa, L. G., & Linares, E. (2017). Mujeres migrantes tejiendo democracia y sororidad desde el asociacionismo. Una aproximación cualitativa e interseccional. Investigaciones feministas, 8(1), 223-244.