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China y la Región Asia Pacífico

Artículo de Manfred Wilhelmy, PhD en Ciencia Política, Princeton University.

-Tradicionalmente, la región A-P no era especialmente relevante para China. En la época imperial, las navegaciones chinas tuvieron lugar en aguas del hoy Sudeste Asiático, desde donde llevaron al Indico y (según algunas historias) al Atlántico. Pero en el siglo XVII (período Ming a Qing) China se cerró y dejó de ser potencia marítima. La República de China no alcanzó a desarrollar muchas relaciones fuera de sus fronteras. La RPCH en el período maoísta tuvo una visión internacional revolucionaria, que duró hasta comienzos de la década del 70. En ese período se comenzó a producir el “despegue” del Este de Asia.

-Factores de cambio: la visión de “reforma y apertura” de Deng y sus sucesores ampliaron el horizonte internacional de China. A diferencia de Mao, Deng viajó a Occidente y valoró los avances del capitalismo.

También tuvo clara conciencia del atraso relativo de China en su entorno regional: Japón y los “tigres o dragones”: Corea, Hong Kong, Taiwán y Singapur. Deng se propuso disminuir esa brecha. Impulsó el establecimiento de relaciones con Corea del Sur (1992), buscó exitosamente la reintegración de Hong Kong (acuerdo de 1984), propició una política de largo plazo frente a Taiwán (su sucesor Hu Jintao logró el tratado ECFA, 2010), y se acercó a Singapur (relaciones desde 1990).

A-P se puede entender en dos acepciones, restringida y amplia.

De acuerdo a la primera, sería la macro-región que va desde Japón y las costas pacíficas de Rusia hasta Australia y N.Z. (“Western Pacific”). De acuerdo a la segunda, sumaría a la anterior las riberas americanas del Pacífico (criterio “trans-Pacífico”).

-Establecimiento de APEC: el foro de Coop. Econ. A-P se fundó en 1989. En ese momento el gobierno de Deng era objeto de fuerte censura internacional debido a la tragedia de la plaza Tiananmen (junio 1989). Tal vez esa debilidad política haya contribuido a que en 1991, cuando China ingresó a APEC, lo hiciera junto a Hong Kong (todavía colonia británica ¡) y Taiwán (con el “alias” de Taipei Chino). Esa concesión dio mayor representatividad a APEC, aunque HK y T.Ch. no han gozado de igualdad de derechos en el foro: no lo han presidido en ninguno de los ciclos anuales de trabajo, y el (la) Pres. de T.Ch. no puede participar en las Cumbres de APEC.

-China en APEC: entre los años 90 y comienzos del siglo XXI, la política de China en el foro fue de bajo perfil. Esto corresponde a los preceptos de Deng: evitar el liderazgo, esconder las capacidades propias, tomarse tiempo. Fue un período de observación, socialización y aprendizaje. También coincidió con una negociación vital para China, su accesión a la OMC, que se concretó el 2001.

La crisis financiera asiática de 1997-99 superó las posibilidades concretas de APEC para hacerle frente. Así lo tiene que haber visto el gobierno chino, porque sus esfuerzos se concentraron en cooperar con sus vecinos del Sudeste Asiático. Así, China apoyó a partir de 1997 el sistema de cooperación “ASEAN + 3” (China, Corea, Japón) y el mecanismo de cooperación financiera “Iniciativa de Chiang Mai”, destinado a solucionar problemas de liquidez de divisas de los países participantes. Todo esto ayudó a extender lazos en la región y a sentar las bases para el desarrollo de relaciones de mayor cooperación.

En 2001, China presidió por primera vez el foro APEC. Fue el inicio de una participación más activa, pero los atentados terroristas del 11 de sept. de ese año tuvieron tal impacto que en la práctica influyeron significativamente en la agenda (políticas anti-terroristas y de “comercio seguro”). Se adoptó una importante meta de facilitación comercial (disminución de los “costos de transacción” del comercio en 5%, 2001-2006).

En la Cumbre de Santiago (2004) surgió por primera vez la propuesta de una zona amplia de libre comercio de toda la región A-P. China, como otros miembros, inicialmente observó, pero en años siguientes la propuesta fue ganando adeptos. Mientras tanto, China se encontraba en plano proceso de rápida expansión económica, y por ende comercial.

Como un acuerdo amplio aún se veía lejano, China aceptó unirse a la corriente de acuerdos bilaterales en boga: después de acuerdos “en casa” (CEPA, Hong Kong, 2003) y Macao, vinieron los acuerdos con Chile (2006), Pakistán, (id.), N.Z. (2008), Singapur (2009), ASEAN (2010) ….

Pero entre tanto, EE.UU. (2008) había lanzado la iniciativa TPP, sobre la base del P 4 (Chile, N.Z., Singapur y Brunei, 2006), buscando constituir un bloque comercial en el que China estaría excluida.

La reacción de China fue convertirse en paladín de la iniciativa del tratado amplio de libre comercio de toda la región, bajo los auspicios de APEC: el FTAAP, lo que convertía a China en un campeón de la globalización económica. Los estudios económicos que se encargaron a especialistas concluyeron que la única alternativa superior al FTAAP sería un acuerdo multilateral en la OMC (Ronda de Doha), pero la OMC se encontraba estancada.

El debate sobre ese tema sigue sin llegar a conclusiones claras, pero obviamente que poner de acuerdo a alrededor de 160 países miembros ha sido más de lo que los gobiernos han sido capaces de lograr. El análisis de cada uno de los temas específicos corresponde a los especialistas en política comercial. Por otra parte, el clima económico internacional posterior a la gran crisis de 2008-09 ha sido más bien hostil o, al menos no favorable,  para los objetivos de liberalización comercial, no tanto conceptualmente pero sí en la práctica de la negociación.

-RCEP. Ya que EE.UU. había lanzado un bloque comercial, que para algunos era la cara económica del llamado “pivote asiático” de comienzos de la década que está terminando, China podía unirse a un bloque alternativo. Así nació la propuesta RCEP, Regional Comprehensive Economic Partnership (Asoc. Económica Regional Integral), constituida por 16 países, 10 de la entidad subregional ASEAN más Japón, Corea, China, Australia, Nueva Zelandia y la India. Juntos representaban cerca de la mitad de la población y 39% del PIB global. Se trata de una propuesta menos ambiciosa que el TPP en términos de disciplinas, lo que debía facilitar las negociaciones y prevenir deserciones. No ha sido así, porque a fines del 2019, India anunció su retiro, con lo que hoy el peso del bloque es del orden del 30% tanto en población como % del PIB global (la pregunta que surge en estos días es acerca de una hipotética relación entre la crisis en las relaciones China-India y el abandono indio del RCEP – no digo que éste pudiera tener un rol causal, pero si India hubiera seguido en el esquema RCEP, se podría haber llegado a un choque militar ¿).

Obviamente, EE.UU. ha ayudado al posicionamiento de China en A-P en la medida que los planteamientos de “America First” y “Make America Great Again” del gobierno de Donald Trump han alejado a Washington de los esquemas de cooperación regional. Esto se manifestó desde el comienzo de la Administración Trump, con el abandono del TPP, tratado laboriosamente negociado que el nuevo mandatario desdeñó, y que solamente fue posible rescatar como CP TPP 11 por los esfuerzos de gobiernos como los de Chile hacia el final del último período presidencial de Michelle Bachelet, y el gobierno de Japón (es lamentable que nuestro Congreso Nacional no despache el texto del TPP 11, ya vigente, en la práctica sin Chile es un TPP 10).

-En los últimos años se nota particularmente el sello del gobierno de Xi Jinping en las relaciones entre China y A-P. Podríamos decir que el enfoque se ha vuelto más “sino-céntrico”, tanto con la nueva “iniciativa estrella” de China, la Belt & Road Initiative (BRI), como con el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB).

Ambas grandes iniciativas chinas se dirigen tanto a la región A-P como al resto del mundo, o sea, proyectan a Beijing como una potencia global, en el marco de la idea matriz china de trabajar con otros países para un futuro de progreso compartido para la Humanidad.

La BRI es una mega iniciativa de desarrollo de conectividad e infraestructura terrestre y marítima entre China y el resto de Asia, Europa y otras regiones, para reconstituir, en versión siglo XXI, la “Ruta de la Seda” que históricamente sirvió las necesidades de las caravanas comerciales de China hacia el Oeste. En este sentido, la BRI corresponde más a la tradición china comentada al comienzo que a su proyección contemporánea al A-P. Pero también esta región cabe en la propuesta, en realidad cabe todo o casi todo, sea un proyecto de tren de alta velocidad en Indonesia, un puerto en Sri Lanka, o una ruta balcánica hacia el centro de Europa desde el puerto del Pireo. China presenta la BRI como demostración tangible de la voluntad y la capacidad del país para cooperar con las necesidades de infraestructura, dentro de la filosofía de las soluciones de mutuo beneficio (“win-win”). Críticos en distintos medios han señalado, por su parte, que en realidad se trataría de dar trabajo a empresas chinas y sus profesionales y trabajadores en el exterior, ahora que el crecimiento de China ya no es tan rápido, y/o de ofrecer grandes paquetes de financiamiento que dejan a muchos países y sus instituciones atrapados en onerosas deudas, que China sabrá negociar para obtener todo tipo de ventajas.

El AIIB parece ser una alternativa tanto al Banco Asiático de Desarrollo, ADB (fundado en 1966) como al Banco Mundial, aunque China lo presenta más bien como un aporte complementario. En virtud de una convención establecida hace muchas décadas, el ADB es presidido por un japonés, y la RPCh se siente limitada en esta institución. El Banco Mundial, si bien le hace honor al nombre, China lo ve dentro de la esfera de influencia de EE.UU., y efectivamente existe la convención de que lo preside un ciudadano de ese país (actualmente David Malpass, ex alto funcionario del Tesoro, con muchos años en la banca de inversión en Wall St.). La percepción de que el AIIB era un instrumento de la política china y que probablemente no sería una institución “seria” motivó grandes reservas hacia el nuevo banco, pero en definitiva China ha prevalecido. Australia y el Reino Unido se unieron como miembros, y el AIIB ha procurado dar una imagen de profesionalismo financiero.

Autor: Manfred Wilhelmy  

(Manfred Wilhelmy es abogado, PhD en Ciencia Política de la Universidad de Princeton, Estados Unidos. Artículo corresponde a la clase Diplomado Estudios Chinos del Instituto de Estudios Internacionales (IEI) de la Universidad de Chile).