Ir a pucv.cl

El valor agregado de la investigación PUCV es su vínculo directo con el sello valórico institucional

03.05.2018

El ingeniero civil y profesor asociado de la Escuela de Ingeniería en Construcción PUCV, Dr. Matías Valenzuela, lleva más de 10 años vinculado al diseño, construcción y mantenimiento de estructuras, principalmente relacionadas con infraestructura vial. En este sentido y como investigador de nuestra Universidad, ha participado en diversos proyectos que han apoyado al efectivo desarrollo del país, como es la construcción del puente que cruzará el Canal de Chacao.

En su carrera profesional, destaca su trabajo como investigador de la Dirección de Vialidad del Ministerio de Obras Públicas (MOP), donde se especializó en estructura y construcción, graduándose - en la mención puentes - como Doctor de la Universidad Politécnica de Cataluña.

Su experiencia en el área, le ha permitido trabajar directamente en el diseño del megaproyecto del Puente Chacao, que conectará la Isla grande de Chiloé con el continente. En este contexto, tuvo la oportunidad de participar del proceso de licitación el año 2012, convirtiéndose luego en inspector fiscal del MOP, en todo lo que fue la primera fase del proyecto.

Sobre su llegada a la PUCV, nos comentó en una entrevista realizada en la propia Escuela de Ingeniería en Construcción: “Producto del cargo que tenía en el MOP, con mi línea de investigación, empecé a tener mucha cercanía con investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, ya que trabajé con ellos en varios proyectos en conjuntos. Tras un par de años, el Director de la Escuela, Dr. Álvaro Peña, me propuso integrar el cuerpo académico de la Universidad, oferta difícil de rechazar, ya que mi camino va por el lado de la generación de conocimiento al servicio de las necesidades del país”.

¿Cómo fueron estos primeros acercamientos con la PUCV?

Los primeros acercamientos se efectuaron a través de algunas memorias de título de la Escuela de Ingeniería en Construcción, en las cuales participe como comisión revisora, lo que derivó en un trabajo conjunto y de mucha sinergia relacionado con el proyecto Túnel la Pólvora. No obstante, el nexo definitivo se dio a través de la colaboración en el proyecto del Puente Chacao con académicos de la Escuela de Ingeniería en Construcción, donde si bien he dejado mi cargo como inspector técnico de diseño, aún continúo como asesor experto en el área de estructuras, de diseño y construcción, aportando desde el área académica.

¿Le tocó participar en el proceso de discusión antes de que se tomara la decisión de construir el puente?

Las primeras etapas de este proyecto, fueron realizadas en la década del noventa, donde se generó toda la ingeniería básica que permitió tener una data amplia de estudios en terreno relacionados con la sismicidad, mecánica de suelo, viento e incluso temas hidráulicos de la zona de emplazamiento. Fue gracias a ello que, a fines de la década de los noventa, una empresa danesa realizó los estudios necesario para definir un anteproyecto de la estructura.

Las alternativas a la construcción del puente han considerado mantener un sistema mejorado de ferry, construir un túnel o un puente. Así, el año 2001 fue elegida esta última en términos de rentabilidad, determinando como mejor tipología un puente colgante. Luego, el 2005 se decide iniciar la ejecución del proyecto, a través de un contrato por concesión, en una asociación público-privada, lo que no llega a buen término por un tema de costos de financiamiento. Esto, provocó la cancelación del contrato volviendo a la etapa de evaluación, quedando el futuro de la obra detenido hasta el año 2011.

Fue el año 2012 cuando se reactiva el proyecto con un nuevo modelo de negocios, pasando de un sistema asociativo público-privado, a un financiamiento estatal que permitía reducir costos. El objetivo era obtener una rentabilidad social equivalente, aproximadamente, al 6% del PIB, lo que significaba una inversión de cerca de 740 millones de dólares.

Transcurrido un corto período y considerando las tasas de crecimiento de tránsito, se decide nuevamente enviar a licitación el proyecto. En esta etapa es donde junto a otros 11 profesionales del Ministerio de Obras Públicas, conformamos el equipo de trabajo encargado de elaborar las Bases de Licitación para el contrato de diseño y construcción, además de los términos de referencia para la Asesoría a la Inspección Fiscal para el proyecto.

¿En qué consistió su trabajo?

En el proyecto he participado en dos actividades. La primera corresponde a la fase de licitación donde estuvimos cerca de dos años elaborando las bases y revisando técnicamente las propuestas efectuadas. Este proceso finalizó el 18 de febrero de 2014, fecha en que se adjudicó el proyecto un consorcio de empresas internacionales compuestas por Hyundai, Systra, Aas Jakobsen y OAS. Nuestro trabajo consistió en hacer chequeos para el MOP, capacitar equipos y visitar experiencias exitosas a nivel mundial en diseño, construcción y gestión de proyectos similares al del Puente Chacao.

La segunda actividad contemplo el trabajo como inspector fiscal técnico de diseño del proyecto realizando supervisión y verificación de la ingeniería básica y de detalle en áreas tan diversas como ingeniería vial, hormigón armado, sismicidad, viento, entre otros. Gracias a todo este trabajo, el proyecto definitivo fue premiado hace un par de años en el Infrastructure of the Year, organizado por la empresa Bentley.

Es importante mencionar que, en esta etapa de licitación y desarrollo de la ingeniería de detalle, el MOP planteó una fuerte vinculación con la academia, lo que ha generado diversos convenios de colaboración con universidades, donde la PUCV ha participado activamente a través de investigación aplicada, desarrollo de tesis de grado y pasantías que, definitivamente, quedarán como un acervo cultural e intelectual de la Universidad.

Desde su perspectiva ¿cuál ha sido el mayor aporte de la PUCV para este proyecto?

Principalmente en las áreas de construcción, transporte, oceanografía y geotecnia. Sin embargo, creo que es importante mencionar que, a partir de este proyecto, el MOP impulsó el programa G2, iniciativa que reúne 12 jóvenes ingenieros que liderarán los futuros proyectos de puentes del país. En este selecto grupo hay ex alumnos de la PUCV y, además, un buen número de oportunidades para nuestros estudiantes de pre y postgrado.

Digo esto, porque en la actualidad y en los próximos años se desarrollarán diversos proyectos que requerirán grupos de investigación vinculados al diseño de estructuras, particularmente puentes. Desde esta perspectiva, ya tenemos varios estudiantes de nuestra Escuela que están participando activamente de proyectos de ingeniería de infraestructura, relacionados con la generación de conocimiento aplicado en aislamiento sísmico, diseño, laboratorio de materialidades y gestión en construcción, entre otros.

¿Cómo ha sido recibida por la Escuela, esa noticia?

Cuando anuncié estos doce temas de investigación en el marco de la realización de tesis de grado, se generó gran interés e incluso estudiantes de cursos menores, ya estaban interesados en colaborar. Sin duda, este respaldo tanto de académicos como de estudiantes ha sido muy gratificante y por sobre todo da una oportunidad de desarrollo para la Escuela.

Desde su llegada, ¿qué le ha parecido la forma en que se genera la investigación en la Universidad?

Lo primero que me impresionó es el vínculo entre la generación de conocimiento y el sello valórico que tiene la Universidad, donde destaca el alto compromiso social de los investigadores. Dicho de otra manera, no se investiga por generar mejores números, sino que se hace investigación aplicada de cara a la comunidad y con el objetivo de resolver sus problemas, lo que en lo personal tiene un alto valor.

Asimismo, tengo una formación importante en lo que son los temas humanistas. Desde esta mirada, cursé en mi proceso formativo diversos seminarios de filosofía, historia y, posteriormente, realicé un diplomado en religión. De esta manera, me atrajo la idea de desarrollarme en la academia para realizar un desarrollo intelectual técnico con apertura a la comunidad y me parece fantástico que los académicos PUCV estén en la misma sintonía, porque me he encontrado con personas de gran calidad profesional y con un marcado sello valórico.

En definitiva, como investigador me he sentido plenamente apoyado y estoy convencido que el valor agregado de la investigación PUCV es su vínculo directo con el sello valórico institucional.

¿Podría darnos algunos ejemplos de este apoyo recibido?

Solo por mencionar dos ejemplos, he tenido la fortuna de participar en la realización de algunos convenios de colaboración internacionales, específicamente con casas de estudios superiores de Finlandia y Alemania. En el plano más interno, la colaboración con Ingeniería 2030 o el apoyo del Hub Global PUCV, ha sido fundamental para estos acercamientos, ya que nos ha permitido mostrar lo que hacemos en la Universidad, tanto en docencia como en investigación e innovación tecnológica, generando redes que estoy seguro en el corto plazo, nos traerán muchas satisfacciones como Escuela.

En esta línea, puedo destacar que cada vez que nos ha visitado una delegación extranjera, hemos tenido la absoluta colaboración de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios Avanzados, además de otros estamentos como biblioteca y los laboratorios. En general, se ha creado un ambiente muy atractivo para los visitantes, quienes se han llevado una muy buena opinión de lo que hacemos en lo técnico, pero con el valor agregado del rol que juega la PUCV en el desarrollo de la cultura local y, particularmente, con Valparaíso. 

¿Qué le gustaría destacar del rol de la investigación en la Escuela Ingeniería en Construcción?

En Valparaíso estamos desarrollando diversas líneas en investigación. Una importante, comprende generar una fuerte vinculación con las entidades públicas, particularmente con el MOP, tanto a nivel provincial, regional y central. La idea que nosotros tenemos es tratar de vincular a nuestros alumnos en la práctica real de lo que es la infraestructura. En este sentido, hemos compartido con el Director de Escuela Álvaro Peña, el pujante interés que existe en la región, por el desarrollo de viviendas en el marco de generar infraestructura con efectividad.

En esta línea, son muchas las oportunidades que el MOP podría abrir para nuestros estudiantes, principalmente la posibilidad de trabajar para ellos y conocer cómo funciona el Ministerio como gran regulador de las obras públicas en Chile. Por otra parte, como Escuela nos interesa avanzar en la concentración urbana de la región. Para ello nos enfocaremos en dos líneas. La primera es el mantenimiento de la estructura, es decir, conocer la vida útil que le está quedando a ésta, para optimizar la toma de decisiones que podrían incluir, por ejemplo, evitar colapsos en la red vial. En esta línea de trabajo, estamos colaborando en proyectos con informática y arquitectura de la Universidad, precisamente para medir parámetros de comportamiento, al interior de algunos enlaces o conexiones.

¿Qué podríamos mejorar con este conocimiento?

Saber, entre otras cosas, la cantidad de vida útil les queda a los puentes de la Región de Valparaíso y, a partir de esto, planificar nuevos proyectos que puedan ampliar o incluso mejorar las interconectividades con nuestros servicios. A modo de ejemplo, podríamos pensar en un teleférico desde Curauma al plan de la ciudad que se conecte con la red Merval a la altura de la estación Francia, lo que sería un gran aporte para los porteños.

¿Cuál sería la segunda línea de trabajo?

Otra línea fuerte que queremos trabajar es la gestión del desastre en infraestructura y para eso, hoy día, estamos participando de un programa regional muy interesante que se enmarca en el Plan de Trabajo COSIPLAN a nivel sudamericano. De este modo, estamos buscando desde la innovación vías críticas, tanto de la región como del país, identificando potenciales amenazas y vulnerabilidades de la estructura. Como una manera de descentralizar el conocimiento, nuestro sello como PUCV considera trabajar con un fuerte componente local a nivel académico y de expertos, con el propósito de medir los potenciales riesgos a nivel regional, evitando depender para todo de un nivel central.

Si estuviera en tus manos ¿Cuál sería el principal problema que debe resolver la Región de Valparaíso en términos de conectividad?

Hay una problemática seria en el tránsito en horas puntas, principalmente, en Valparaíso y Viña del Mar, tanto por la mañana como por la tarde. La concentración de vehículos en la época estival y de fines de semana largo, simplemente han colapsado la parte urbanística de ambas ciudades. También hay que darle una mirada a lo que está pasando en Concón y Ritoque que son zonas de alta congestión y que requieren de estudios pronto.

¿Cómo Escuela están trabajando en algún proyecto?

Estamos trabajando, específicamente en la ruta 60 CH, la conectividad entre Ventanas y el Túnel la Pólvora. En todo lo que he comentado, me gustaría decir que aún estamos a tiempo de solucionar estas situaciones puntuales de forma inteligente, ya que es importante que la Región de Valparaíso, no actúe post situación lo que generaría un perjuicio mayor.

En este punto, quisiera tomar las palabras de nuestro Director de Escuela, para invitar a los estudiantes de pre y postgrado interesados en estos temas, para participar de éstas y otras obras que existen en diversas partes del país como Temuco y Dalcahue, por nombrar algunas. La idea es generar equipos interdisciplinarios para enfrentar desafíos complejos del país como son la construcción de túneles, puentes y, por qué no, pensar a futuro en conectar la Región de Magallanes con el resto del territorio nacional. 

Finalmente, ¿le gustaría agregar alguna idea a modo de cierre?

Claro, a las nuevas generaciones de ingenieros o a quienes deseen estudiar ingeniería, decirles que no solo elijan esta profesión porque son buenos en matemáticas. En lo personal, creo que para ser ingeniero uno tiene que combinar sin dudas las matemáticas con el ingenio, porque de una u otra forma siempre estarán resolviendo situaciones que aportan al desarrollo del país. Por ejemplo, si yo quiero ser un ingeniero en construcción, no tengo que pensar en esto como un negocio, sino en generar construcciones que sean sustentables con el país, diseñando casas y edificios innovadores y eficientes que permitan a las personas mejorar su calidad de vida.

Finalmente, esto no solo es construir puentes o casas, sino que es importante hacerlo teniendo presente que va a ser utilizada por alguien de tu comunidad y, por ello, hay que poner corazón en cada cosa que se hace.

 

Por Marcelo Vásquez, Periodista VRIEA