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Alumni PUCV Claudia Canales se adjudicó fondo VIU de Conicyt para desarrollar investigación en biocorrosión marina

Junto a Claudia Canales, trabaja la académica de la nueva línea de investigación de biocorrosión, Carolina Garín del Instituto de Química PUCV y colaboran, la académica del Instituto de Biología PUCV, Carolina Yañez y la estudiante del Magíster en Ciencias Microbiológicas, Cynthia Díaz.

18.11.2019

La alumni del Instituto de Química de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Claudia Canales, actualmente se encuentra trabajando en una investigación sobre la modificación de nanopartículas y corrosión,  así como también la obtención de películas más homogéneas, junto a la académica PUCV, Carolina Garín. 

Este trabajo comenzó a realizarse en el marco de la tesis de pregrado de Claudia Canales y hoy lo continúa como investigadora y encargada del laboratorio de nanobiocorrosión, donde han podido evidenciar el avance e impacto de la línea de investigación en el transcurso del tiempo.

La química industrial, Claudia Canales, durante el transcurso de la investigación el año 2018 se adjudicó el fondo tesis innovadoras del Concurso de la Dirección de Innovación y Emprendimiento PUCV, posteriormente, quedó dentro de los estudiantes seleccionados en la primera etapa del concurso de Conicyt, Valorización de la Investigación en la Universidad (VIU), durante 2019 ganó el reconocimiento a la mejor tesis de pregrado PUCV que se presentó como Universidad en el concurso regional organizado por el Consejo de Rectores de Valparaíso y, actualmente, fue escogida como la fotografía más votada en redes sociales en el Concurso Un Clic al Conocimiento de la Dirección de Investigación PUCV.

¿En qué etapa se encuentra su investigación actualmente?

Empezamos a hacer los experimentos en el laboratorio de nanobiocorrosión y microbiología de la Facultad de Ciencias, luego se evaluaron los efectos de los recubrimientos modificados sobre la capacidad de adhesión de bacterias marinas al sumergir las probetas en un sistema cerrado con agua de mar de la Bahía de Quintero, como también las comunidades bacterianas presentes tanto en el agua de mar como en las biopelículas formadas en los distintos tratamientos. Hoy en día nos encontramos realizando pruebas de campo, sumergimos una jaula con muestras de los distintos recubrimiento en el "Cristo Sumergido" de la Bahía de Quintero en donde se espera que dicho recubrimiento actué sobre el sustrato metálico como barrera protectora.

¿Cómo comenzaron a trabajar en esta área?

Mi profesora guía Carolina Garín, trabaja con nanomateriales desde su tesis de doctorado, específicamente, con nanotubos de carbono, nanopartículas, entre otros. Al mismo tiempo, está inserta en el área de biocorrosión bucal con colaboradores del Centro de Investigación Interoperativo en Ciencias Odontológicas y Médicas de la U. de Valparaíso, donde identificaron que al incluir nanomateriales la corrosión bucal se veía mermada por el efecto de las nanopartículas. Desde allí, nace la temática de nanotecnologías en otros vehículos, ya que estas no estaban siendo eficientes desde el punto de vista microbiológico en el ambiente marino por el aumento de las temperaturas en los océanos, por lo que se disminuye el tiempo de vida útil de los revestimientos.

Al mismo tiempo, tuvimos la oportunidad de implementar un laboratorio de nanobiocorrosión, ya que se desocupó un espacio que cumplía las condiciones óptimas para llevar a cabo este trabajo, por lo que tuve la misión de distribuir los espacios dentro del lugar. En ese tiempo, también se estaba jubilando la académica Raquel Araya que estaba inserta en el área de biocorrosión, por lo que ella nos heredó todos sus materiales, así que con los implementos reciclados pudimos armar el laboratorio y comenzamos a trabajar junto al Instituto de Biología, específicamente con la académica Carolina Yañez y la estudiante del Magíster en Ciencias Microbiológicas PUCV, Cynthia Díaz.

Y frente a esta pregunta, como equipo de trabajo agradecemos enormemente al director del Instituto de Química, Nelson Osses, quien nos ha facilitado cartas de apoyo y nos ha dado el espacio y respaldo para ejecutar esta línea de investigación. También a las Escuelas de Ingeniería en Construcción y Mecánica de nuestra Institución, a la Universidad de Concepción y la Fundación Biociencia que se han unido y participado activamente con nuestro laboratorio.

¿Cuál ha sido el proceso para llevar a cabo esta investigación?

En primer lugar, mi profesora Carolina Garín se adjudicó en 2018 a un proyecto interno de la Dirección de Investigación PUCV, donde comenzó a trabajar junto a la Capitanía de Puerto Quintero en recubrimientos nanotecnológicos, quienes comentaron que uno de los problemas que ellos tenían eran las aguas de lastre, que se acumulan al interior de los buques para mantenerlos sumergidos, las que son tomadas de cualquier océano donde haya circulado este, por lo que incluye el entrecruzamiento de microorganismos que no pertenecen a la diversidad marina local, provocando efectos microbiológicos, tanto dentro como fuera del buque, desarrollando una corrosión muy agresiva dentro de la estructura del navío.

Posteriormente, se abrió la postulación a los Concursos de la Dirección de Innovación y Emprendimiento PUCV 2018, donde estaba la categoría tesis innovadoras, por lo que enfoqué mi futuro trabajo de investigación en nanotecnología en recubrimiento para procesos de corrosión acelerada y biocorrosión.

Y así hemos continuado hasta adjudicarnos este año el concurso Valorización de la Investigación en la Universidad de Conicyt, donde en la primera etapa, trabajaremos en un plan de negocios para la ejecución de nuestro proyecto y, así, estar preparados para postular a la segunda etapa que consiste en la ejecución del plan de trabajo.

¿Qué destacan del proceso de la investigación?

El apoyo y confianza que hemos recibido de distintas instituciones, comenzamos conversaciones con ASMAR y actualmente ellos nos facilitan las placas de acero que utilizamos. Por su parte, la empresa Epothan de pinturas industriales y marinas nos dan material para pintar las placas y, junto con esto, la Capitanía Puerto de Quintero nos ha apoyado y dado las facilidades para hacer el trabajo de campo.

También considero importante el hecho de haber sido parte del proceso de creación del laboratorio de nanobiocorrosión, donde actualmente se trabaja en diversas áreas, tales como, biocorrosión bucal a través de compositos dentales con nanomateriales junto a la Facultad de Odontología UV; biocorrosión marina por medio de revestimientos nanotecnológicos con apoyo del Instituto de Biología PUCV, y hormigones de nueva generación con nanopartículas y fibras naturales en conjunto a la Escuela de Ingeniería Mecánica e Ingeniería en Construcción.

¿Cómo ven a futuro este proyecto?

Queremos hacer el primer mapa de biocorrosión marino de Chile. Sería el primer mapa de biocorrisón marina a nivel mundial, desde ASMAR están muy entusiasmados con este proyecto, además nos reunimos con integrantes del Ministerio de Defensa, a quienes les llamó mucho la atención, ya que es una investigación de bien público, con impacto nacional. Contamos con el apoyo de la Armada, la Capitanía Puerto de Quintero, Asmar, Epothan y empresas de la región como GNL y Puerto Ventanas, por lo que creemos que podemos alcanzar nuestro objetivo en un futuro.

¿Qué es lo que más destaca del proceso de los Concursos DIE?

Creo que la coordinadora de la DIE, Diana Orozco, es a quien más destaco de este proceso, ya que está constantemente haciendo un feedback positivo, donde te explica todo muy detalladamente y se preocupa de cada aspecto.

¿Cómo te imaginas en unos años más?

Trabajando bajo la tutela de mi mentora Carolina Garín, ya que no es cualquier profesora, porque formamos un laboratorio desde cero, convirtiendo esto en una experiencia súper enriquecedora y de pertenencia, dentro de un ambiente cómodo y agradable, teniendo una mentora que está siempre disponible para formarnos a todos, sin ningún privilegio para ninguno. En unos años más me imagino bajo la misma tutela y quizás haciendo más innovaciones.

El laboratorio cada día crece más y genera importancia, ahora somos cerca de once personas, incluso hay estudiantes de la Universidad Santa María que se han mostrado interesados las líneas de investigación, alumnos de otras carreras nos han golpeado la puerta, por lo que se vuelve bastante enriquecedor ver cómo se van formando las redes de colaboración.

Gracias al constante apoyo de mi entorno, me ha permitido seguir creciendo en diferentes áreas como la docencia universitaria e investigadora, así como también seguir trabajando en iniciativas solidarias a través de la educación científica para estudiantes pertenecientes a un contexto de alto índice de vulnerabilidad.

Y si se puede con el pasar del tiempo, me veo realizando clases en la Universidad.

¿Qué te parece que la Universidad apoye estos proyectos de investigación?

Es importante que se apoye a los estudiantes. No es fácil hacer ciencia teórica aplicada, entonces que la DIE esté en todo tu proceso es enriquecedor, porque comúnmente en una malla en formación no te enseñan como redactar un proyecto, modelo de negocio, entonces aquí se vuelve fundamental que DIE esté constantemente contigo acompañándote en el proceso, dándonos correcciones y tips de cómo avanzar y llegar a buen puerto con nuestro proyecto.