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Domingo de Resurrección

16 de abril de 2017

FECHA: Domingo 16 de abril de 2017

Vigilia Pascual en la Noche Santa

Durante la Vigilia Pascual, madre de todas las santas vigilias, la Iglesia espera la Resurrección del Señor y celebra los Sacramentos de la Iniciación Cristiana, como medio de asimilar el contenido del Misterio Pascual del Señor.

En esta noche los judíos fueron liberados de la esclavitud de los egipcios, y cada año ese acontecimiento salvador, protagonizado por Dios, era recordado como un memorial. La liberación era el anuncio de una liberación más profunda y total que el mismo Dios realizaría a través de su Hijo, quien superando la muerte, saldría en esta noche, victorioso, del sepulcro.

El Señor, muerto y resucitado por nosotros, es el origen de nuestra salvación y es también el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza. Esa salvación y esa vida se nos entregan y comunican a través de los sacramentos. Por esa razón, es el momento más oportuno para la recepción de aquellos sacramentos de la Iniciación que, además de hacernos hijos de Dios, confirman y robustecen nuestra vida cristiana.

- Estructura y elementos celebrativos

Es bueno considerar los elementos constitutivos de cada una de las partes de la celebración de esta Vigilia que, siendo distintas, son complementarias y van in crescendo en su temática y realización. Hay que procurar que los fieles perciban el contenido de los signos y gestos celebrativos que, por lo demás, ya está incorporado en los pasajes bíblicos, en los textos oracionales de la Liturgia y en las moniciones propuestas.

1. Se trata de una Vigilia nocturna. Por tanto, no debe escogerse ni una hora tan temprana que la Vigilia empiece antes del inicio de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo (Ceremonial de los Obispos, 333). Hay que evitar que esta celebración se asemeje, en cuanto a la hora, a una Eucaristía vespertina más de día sábado. Por otra parte, se debe evitar presentar la Vigilia Pascual como una celebración del Sábado Santo: aunque cronológicamente se realice el sábado, forma parte de la Liturgia del Día de la Santa Pascua, es decir del domingo. Tal vez en esta ocasión se vea con mayor claridad la necesidad de hacer una catequesis previa para que nuestros fieles se integren con una participación más consciente; y para poder celebrar la Vigilia Pascual con el máximo provecho, conviene que los mismos pastores hagan lo posible por comprender tanto los textos como los ritos, a fin de poder dar una mistagogia que sea auténtica.

2. Estructura y partes de la Vigilia Pascual. La celebración consta de cuatro partes bien determinadas en su estructura celebrativa y en su contenido: Liturgia de la Luz o Lucernario; Liturgia de la Palabra; Liturgia Bautismal y Liturgia Eucarística.

3. Celebración de la Liturgia de la Luz. Los libros litúrgicos nos hablan de preparar, en cuanto sea posible, una hoguera cuyo resplandor disipe las tinieblas e ilumine la noche. Igualmente se deberá preparar el Cirio, de modo que se resalte la veracidad del signo: que sea grande en proporción al templo, que esté adornado de signos que hagan patente su significado, que en manera alguna sea ficticio para que ayude a evocar realmente a Cristo como la Luz del mundo. Está recomendado que, además de la aclamación ritual (Demos Gracias a Dios), se cante durante la procesión de entrada con el Cirio, alguna otra aclamación dirigida a Cristo. Momento importante será el canto del Pregón Pascual, que es una síntesis maravillosa y lírica del Misterio Pascual de Cristo en la Historia de la Salvación; si no puede ser cantado por el Diácono o un Presbítero, puede ejecutarlo un cantor. Las Conferencias de los Obispos pueden adaptar convenientemente este Pregón, introduciendo en él algunas aclamaciones de la asamblea .

4. Liturgia de la Palabra. Se sigue el esquema tradicional romano en su estructura: proclamación de la lectura, meditación a través del Salmo Responsorial o a través de un eventual silencio de la asamblea celebrante; y oración colecta cantada por el Presidente. Se proponen siete lecturas del Antiguo Testamento y dos del Nuevo Testamento. A través de estos pasos de la Historia de la Salvación se pretende resaltar la importancia y el lugar del Misterio Pascual de Cristo e iluminar y preparar la fructuosa recepción de los Sacramentos que serán celebrados y/o recordados de inmediato. En principio deberían ser proclamadas todas las lecturas; pero podrían omitirse algunas del A.T., siempre que asista alguna razón pastoral. Para una mejor asimilación de las lecturas, se recomienda que vayan precedidas de alguna breve monición que podría hacer el Presidente, el Diácono o algún otro ministro. Las Comisiones Nacionales o Diocesanas de Liturgia procurarán material apto que pueda servir de ayuda a los pastores. Terminadas las lecturas del A.T. se canta solemnemente el Gloria con toque de campanas y campanillas, y se proclama la Oración colecta. Antes del Evangelio el celebrante entona el Aleluya, que es repetido por la asamblea. La lectura del Evangelio que anuncia la Resurrección es el culmen de la Liturgia de la Palabra. No se omita nunca la homilía, aunque sea breve.

5. Liturgia Bautismal. Es la tercera parte de la Celebración. La Pascua de Cristo y la nuestra se celebra ahora en el Sacramento. Esto se manifiesta más plenamente... cuando se tiene la Iniciación Cristiana de Adultos o al menos, el Bautizo de los Niños. Si no hay Bautizos de adultos o niños, se hace la Bendición del Agua para la aspersión de la asamblea. La Renovación de las Promesas Bautismales, hecha por toda la asamblea, deberá ser un momento muy importante de esta parte de la Vigilia. Los fieles recuerdan su Bautismo y renuevan, en el marco de la celebración pascual, su compromiso con Cristo y su Evangelio. Todos los gestos, los cirios encendidos participando de la luz de Cristo, las respuestas a las interrogaciones del celebrante, la recepción del agua y los cantos que acompañan la aspersión, deben ser un real recuerdo del Bautismo y la expresión del deseo y determinación de vivir el compromiso bautismal.

6. Liturgia Eucarística. Esta cuarta parte de la Vigilia es su punto culminante, porque la Eucaristía es el Sacramento Pascual por excelencia, memorial del Sacrificio de la Cruz, presencia de Cristo Resucitado, consumación de la Iniciación Cristiana y pregustación de la Pascua eterna. Hay que poner mucho cuidado para que la Liturgia Eucarística no se haga de prisa; es conveniente que todos los ritos y las palabras que los acompañan alcancen toda su fuerza expresiva: la Oración Universal en la que los neófitos, si los hay, participan por primera vez como fieles, ejercitando su sacerdocio real; la procesión de ofrendas, en la que conviene que también participen los neófitos; la Plegaria Eucarística con los embolismos propios de esta noche; y la comunión eucarística, que es el momento de la plena participación en el misterio que se celebra. Es conveniente que en la Comunión de la Vigilia Pascual se alcance la plenitud del signo eucarístico, es decir, que se administre el Sacramento bajo las especies de pan y de vino.

La Liturgia llama a este día la Solemnidad de las Solemnidades, ya que en él celebramos y hacemos presente al Señor muerto y resucitado por nosotros en los Sacramentos pascuales. La Celebración Eucarística de hoy deberá revestir la máxima solemnidad. Vivir la verdad del Señor resucitado en medio de nosotros no es sólo recordarla, sino más bien experimentarla a través de la recepción de los Sacramentos. Así se explica la preocupación (precepto) de la Iglesia de que todos sus fieles se acerquen durante estos días a los Sacramentos de la Reconciliación y de la Comunión.

- Elementos celebrativos

El signo principal es el Cirio Pascual, que deberá presidir, junto al ambón o cerca del altar, las celebraciones litúrgicas de este día y de todo el Tiempo Pascual, hasta el día de Pentecostés inclusive. Se recomienda la aspersión del Agua Bautismal durante el rito penitencial al inicio de la Misa, con la forma ritual indicada en el Misal Romano. El canto del Aleluya deberá ser resaltado tanto en la Misa como en las demás celebraciones litúrgicas.