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De nuestros pasantes

Los niños y el cine: Reflexiones de una "telemaníaca"

La televisión es una ventana al mundo, que cada vez se extiende más. En la época donde todo es instantáneo y los niños tienen acceso a una cantidad de contenido inimaginable ¿cuál es nuestro rol con los más pequeños?

Por Paola Fuentealba, estudiante de Periodismo PUCV

Mi vida siempre ha estado ligada a la televisión, o mejor dicho, a lo que se muestra dentro de la misma.

Siempre que mi mamá hace referencia a mi infancia temprana se refiere a mí como una “telemaniaca”. Estuve pegada a la pantalla desde pequeña. Y es algo que no se me ha quitado a pesar de los años que han pasado. Incluso ahora, mientras estoy escribiendo esto, tengo la televisión de fondo.

Y por eso mismo al escuchar las palabras de Jaime Córdova en "Perfil cinéfilo" del canal Youtube de Cultura PUCV me sentí reflejada. Hijos únicos (o al menos yo lo fui por cuatro años), criado por abuelos, viendo películas desde pequeños. A pesar de que yo no iba al cine tanto como él, quien detalla haber observado los diarios buscando los estrenos a los que asistir, recuerdo ver a mis tíos arrendando películas en VHS y echándome de la pieza, porque iban a ver Alien vs Depredador y yo era muy chica para esa película.

Ahora los VHS son historia. Igual que los DVD’s. Y los tíos echándote de la pieza no pueden evitar que veas la cantidad de películas y series que están disponibles en internet, especialmente a las nuevas generaciones que parecen tener integradas las nuevas tecnologías. Es común ver a niños que apenas pueden hablar apretando el tablet como una segunda naturaleza para ver sus dibujos animados favoritos. Por eso, Jaime Córdova, director del Festival Internacional de Cine Recobrado, da muestra de la necesidad de un rol más activo al ver películas con niños. Él siente que “hoy día la perversidad del discurso está más permeado en películas infantiles [...] nos encontramos muchos antivalores que pueden causar conflicto para un niño que aún no comprende ni tiene la capacidad para discernir. Y los padres deben estar ahí guiando y explicando el significado de una frase o de una imagen para que el niño entienda, comprenda y no imite ciegamente el discurso que se le está entregando de manera superficial”.

Y es cierto. A medida que fui creciendo me di cuenta de todos los dobles sentidos y mensajes ocultos en las películas que veía desde pequeña. Jaime menciona Bob Esponja y su burla a la tercera edad. Un caso más actual es Peppa Pig, quien constantemente hace a su padre blanco de sus bromas. Dibujos animados que son muy populares y entregan este tipo de mensajes podrían hacer cuestionar sus guiones, e incluso su emisión.


Pero luego me viene ese capítulo de Los Simpson a la cabeza, cuando Marge (la madre) ve Tommy y Daly (una parodia más violenta de Tom y Jerry) luego de que Maggie (la bebé) trata de asesinar a Homero (el padre) al imitar los sucesos que ocurren en la serie. Ella comienza a protestar para que saquen del aire el programa, ya que lo considera culpable por el actuar de su hija.

Pronto, nos encontramos con Lisa y Bart yendo a casa de sus amigos a hacer “tareas” justo a la hora del programa, mientras Marge protesta fuera del lugar donde se realiza la caricatura.
Recuerdo que cuando vi el capítulo me causó suma molestia la actitud de Marge. ¿Por qué permitió que un bebé viese tal programa? O, pero aún ¿por qué un bebé tenía tal libertad de ir y pegarle con un mazo a su papá? (aunque claro, es una caricatura y obviamente una exageración de la realidad para hacer planos parecidos a los de la película Psicosis). Aunque Homero también tiene su tajada en esta torta de la culpabilidad por no cuidar bien de su bebé, al menos entendía que la idea de pedir que el programa acabase no iba a servir de nada (a pesar de tener un golpe en la cabeza y un crayón en el cerebro).

El punto al que quiero llegar es que al final el capítulo me molestó porque Marge quería censurar y aquello nunca ha servido ni nos servirá de nada. Es una lección que ella misma aprendió en el capítulo. Como seres pensantes que conviven en una sociedad estamos constantemente expuestos a creaciones que no serán de nuestro agrado. Sin embargo, si los artistas son los llamados a entregar su creación, nosotros estamos llamados a mediarlo a partir de un criterio. Más que querer obtener el control sobre cada aspecto de cada obra existente -que, además, es imposible- deberíamos educar el área crítica de los más pequeños.

Como menciona Jaime Córdova en la entrevista “lo más fácil sería convertirse en un un reformista -que no lo soy, porque termina censurando y no creo en la censura- lo que creo es en hacer el trabajo difícil, que es educar. Que el Estado y sus organismos vayan a ciertos sectores con mucha privación cultural y hagan un trabajo de educación, sobre todo concientizando a los padres de lo importante que es estar ahí, sobre todo en un sistema tan complejo como el que estamos viviendo, donde padre y madre salen a trabajar todo el día y el niño se cría solo, justamente viendo televisión con estos discursos que no logra asimilar”.

Como siempre, volvemos a este elemento de la familia. Un pilar fundamental de la sociedad y de cada uno de nosotros, como individuos, y que Jaime considera como la base. “Pero lo difícil y lo ideal es justamente que la familia se una en torno a una conversación, a un diálogo, un análisis para aprender a ver y discernir discursos y poder forjarlo desde pequeños.”

Hoy es más importante que nunca tomar un rol activo en la conversación sobre los discursos que ven los niños en televisión, debido a que según estudios los niños y niñas ahora destinan más de cuatro horas a ver televisión por la pandemia. Con el acceso a plataformas digitales y su relación con otros niños, debemos aceptar que jamás podremos controlar todo el contenido al que se exponen. Lo que sí está en nuestras mano es abrir la conversación sobre los temas a los que los enfrenta la TV y guiarlos, oportunidad para formar adultos con capacidad crítica.

Paola Fuentealba, estudiante de cuarto año de periodismo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, cinéfila y telemaníaca desde antes de aprender a hablar. Doglover. Aficionada a los libros. Desde septiembre 2021 colabora a través de una pasantía en el área de Cultura PUCV.