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Estudiante de Oceanografía PUCV finaliza su práctica profesional en importante expedición de la Schmidt Ocean Institute

La alumna Monserratt González se embarcó dentro del crucero R/V Falkor (too) durante febrero y abril de este año. Conoce más de su experiencia.

Fueron 44 días, entre el 22 de febrero y el 4 de abril, en los cuales la estudiante de Oceanografía PUCV, Monserratt González, se embarcó en el crucero científico R/V Falkor (too), para realizar su práctica profesional, al alero de la co-supervisión de la profesora de la ECM, Marcela Cornejo.

Este crucero, parte de la Schmidt Ocean Institute, tuvo como objetivo comprender mejor la biodiversidad y conectividad de los organismos que viven a lo largo de la cordillera Salas y Gomez, también conocida como Motu Motiro Hiva, en Rapanui y concluyendo en Antofagasta.

El rol de Monserrat, en esta expedición, fue fue recolectar y procesar muestras de agua desde el vehículo para la exploración de las profundidades marinas, ROV SuBastian, como también desde la roseta, para el análisis de ADN y nutrientes. Estos últimos a realizar en el Laboratorio de Gases de Efecto Invernadero (LabGEI de la PUCV). 

“Además de ello, me encargué de procesar los datos del CTD (conductivity, temperature and density) y realizar dicha interpretación, con la finalidad de comprender las condiciones oceanográficas de la zona, como parte de mi práctica profesional supervisada por la Doctora Erin Easton. de la Universidad of Texas Rio Grande Valley, quien fue igualmente la jefe de crucero”, nos relata Monserratt.

La rutina del barco

El crucero R/V Falkor (too) es reconocido por el “viaje interminable del Schmidt Ocean Institute, en su misión de explorar nuestro vasto ecosistema oceánico”. Así es que dentro de esta embarcación, existen distintos equipos de trabajo que son sostenidos por el equipo técnico a bordo, quienes se encargan de que todo funcione en pos de realizar mapeos del fondo marino, lances del ROV SuBastian al fondo marino, observaciones, muestras, y procesamientos de éstas.

-¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de esta expedición?

Monserratt: Me ha llamado la atención el nivel de organización ante el caos y el completar todo con mucha alegría y buena disposición. Además de ello, sin dudas, la cantidad de especies identificadas en torno a los montes, las que pudimos apreciar en cada estación, como también dichas formaciones geológicas. Rapa Nui, Motu Motiro Hiva y su cordillera de Salas y Gomez, esconden un paraíso el que hemos tenido el privilegio de observar por primera vez -en algunos casos-, como también observar nuevos récords entre estas, como lo fue la existencia de algas en zonas muy profundas. Otra de las cosas especiales fue el rol fundamental que cumplió la delegación Rapa Nui, acercándonos a su cultura desde el respeto, la música y el arte, encantando nuestros corazones y permitiéndonos ver con otros ojos los secretos que el océano tenía guardados para nosotros.

-¿Qué ha sido lo más desafiante en esta experiencia?

Monserratt: Sin duda, lo más desafiante, ha sido romper con la barrera del lenguaje. Siento que existe mucho temor en torno a hablar en inglés, y en lo personal, muchas veces estaba la sensación de no ser lo suficientemente buena en el idioma como también en lo profesional, que creo es algo que a todos de alguna forma nos pasa. Pese a ello, una vez el trabajo se va desarrollando, todo aquello queda en el olvido, dado que el equipo técnico a la vez que los científicos a bordo, nos hacen sentir apreciados y especiales por estar en esta expedición, lo que sin duda hace que todo sea genial.

Y si se trata de resumir esta experiencia, Monserratt dice que le “ha cambiado mi vida y me ha nutrido de conocimientos invaluables” Y añade: “Debo agradecer a la profesora Marcela Cornejo por confiar en mí y brindarme esta oportunidad única a bordo de uno de los barcos científicos con mejor tecnología a nivel mundial. También dar las gracias a la tripulación a bordo, quienes hicieron de esta experiencia algo único, guiándome en cada paso y compartiendo sus aventuras conmigo. Por último, pero no menos importante, debo agradecer a la profesora Erin Easton, por permitirme trabajar de manera muy autónoma y confiar en mi trabajo a bordo”.