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Entrevista a Valmir Roza, constructor de instrumentos: “La rabeca es el último instrumento libre"

Aunque no se define como investigador, la rabeca lo ha motivado a viajar por América Latina en busca de diferentes formas de elaboración y sonidos de este violín. Hoy, se dedica a la construcción de sus propias rabecas, algunos con cajas de habanos y, otros, con forma de violín.

23.05.2019

"La luthería es una manera de hacer instrumentos, con técnica, planificación y estudios que vienen desde el renacimiento. La construcción popular, en cambio, lleva la historia y la cultura de una comunidad, junto con los materiales propios de un lugar", explica Valmir Roza, quien se define como constructor popular y artesano, y que desde hace un par de años se dedica a la fabricación de rabecas, un particular tipo de violín.

Fue en su adolescencia cuando comenzó a construir instrumentos, principalmente para capoeira, como timbales y panderetas. Pero, desde hace un par de años, se enfocó en este rabel de tres cuerdas, tradicional del campo de Sao Pablo, su ciudad natal. Desde entonces, decidió viajar por América Latina, en búsqueda de diferentes técnicas y sonidos que acompañan a la rabeca.

"Cuando conocí a María Eugenia Cisternas – directora del Fondo Cultural Margot Loyola – me contó sobre el violín de Chiloé, que yo no conocía. Ahí me di cuenta de que en otros países también había violines originarios, tradicionales y que no tienen que ver con el violín clásico", señala.

El artesano explica que el violín chilote y la rabeca tienen gran parecido en diseño y en sonido, lo que tendría su explicación en la colonización europea. "Probablemente, la rabeca tiene su origen en los países árabes y llegó a Europa en la edad media". Al igual que otros instrumentos hoy tradicionales de América, arribó al continente dado principalmente por los procesos de evangelización, de ahí sus usos tan arraigados en carnavales y fiestas populares religiosas.

En Brasil, por ejemplo, un uso recurrente de la rebeca es en pasacalles. "La tocamos apoyándola en el pecho, distinto al violín, para poder caminar, bailar y que quede el cuerpo libre", comenta.

EL VIOLÍN POR AMÉRICA

Los viajes de Valmir lo llevaron a diferentes puntos del continente, encontrando distintos instrumentos de "cuerda flotada", con gran diversidad de materiales, sonidos y usos ligados a ellos, ya que no todos tendrían su origen en la colonización. "En el Chaco Paraguayo, donde se hacían con cráneos de animales y cáscaras de frutas, la música que tocan tiene un parecido a la de los nativos estadounidenses, esas que tocan los indígenas en películas de vaqueros", ilustra el artesano.

En Perú y Bolivia, en cambio, la presencia de este tipo de violín está muy ligada a la cultura tradicional cristiana. Valmir ejemplifica con la ruta de San Francisco Solano, que desde Perú a Santiago del Estero colonizó a los nativos acompañado de este instrumento, cuya herencia permanece hasta hoy en día en este poblado argentino, donde gran parte de sus habitantes saben tocar el violín.

El investigador destaca también un pequeño rabel en México, que sonaba muy despacio. "Dicen que los curas, cuando querían castigar a los autóctonos, les quitaban los instrumentos y así controlaban la música. Entonces, ellos hicieron este instrumento para tocar escondidos", señala.

LAS RABECAS DE VALMIR

En Brasil es posible encontrar rabecas de tres o cuatro cuerdas, según la región. Esto tiene una razón histórica: en el Tratado de Tordesillas se acordó una división que pasaba por Brasil, donde una parte quedaba bajo manos españolas y otra para portugueses. La tradición portuguesa fabricaba este instrumento con cuatro cuerdas, mientras que la española lo hacía con tres. El poblado de Valmir, al ser una zona de encuentro de ambas culturas, heredó las tres cuerdas españolas, una de las técnicas utilizadas hoy por el constructor.

Son varios materiales los que han sido usados para dar sonido a la rabeca, entre ellos, cola de caballo, fibras vegetales, fibras animales e incluso cabello humano, usos que varían según la zona geográfica. Por su parte, Valmir utiliza diferentes elementos y técnicas para sus construcciones. Una de ellas, basada en la tradición paulista, con rabecas cuyas cajas son similares a la del violín tradicional y sus arcos hechos con crin de caballo.

Otro de los modelos realizados por el artesano está basado en una tradición norteamericana, que utiliza cajas de habanos como cuerpo del instrumento, además de usar hilos de pesca, tradicional de los pueblos costeños, para los arcos; todo esto, como una propuesta de construcción a partir del reciclaje. Las medidas y ajustes varían en cada instrumento elaborado, y la afinación depende de cada músico.

"La diferencia del violín y la rabeca es que esta última tiene un sonido más salvaje, incontrolable. Cada una tiene su sonido propio y son todas diferentes", describe. "No hay industria que construya la rabeca, solo la hacen artesanos. Es el último instrumento libre, sin un método de construcción ni de enseñanza", concluye.