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Stoner

Jorge Larroucau Torres

Profesor de Derecho Procesal Civil de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

Stoner, único hijo de una familia de campesinos, entra a la universidad a sugerencia de su padre, para estudiar agricultura y ayudarlo luego en el campo. Pero en su segundo año, durante un curso obligatorio de literatura inglesa, tropieza con un soneto de Shakespeare ("amar bien aquello que debes abandonar pronto") y sus planes cambian.

Publicada hace medio siglo (1965), Stoner parece escrita ayer. Aunque su autor fue profesor de la Universidad de Missouri, su mirada del frágil ecosistema universitario es válida hoy en cualquier sitio. "La universidad es un sanatorio", le explica su amigo Dave Masters, "creada por la providencia, la sociedad o la suerte" para quienes se sorprenden ante una certeza.

Mientras muchos iban a las grandes guerras del siglo XX, Stoner y otros pocos daban la pelea a la rutina. John Williams fue excepcionalmente magistral para contar porqué Stoner nunca ascendió más allá de profesor asistente, ilustrando con esa anécdota la diferencia entre actuar por convicción y hacerlo midiendo las consecuencias. Tanto en su trabajo como en su vida familiar –ante el ocaso de sus padres, su mujer y su hija– la contención de Stoner fue una de sus mejores armas.

Una novela conmovedora y cuya semejanza con la realidad, como se advierte en su inicio, es pura coincidencia. En Almas muertas (1842), Gógol dijo del profesor Petróvich que "tenía el don de captar la naturaleza humana". Lo mismo habría que decir de John Williams, aunque casi nadie lo notara en su momento.

Stoner, John Williams
Baile del sol Ediciones (traducción de Antonio Díez), 240 pp.