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Los muros

Alejandro Guzmán Brito

Catedrático emérito de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

El hombre construye muros para no dejar ingresar en el recinto amurallado a otros o para no dejar salir de él. A este último género pertenecen los muros de las cárceles y el célebre y ahora inexistente "muro de Berlín", construido en 1961 y derribado en 1989.

Más comunes son los del primer género, o destinados a atajar el acceso a cierto lugar. Desde luego están los muros de las casas particulares y los que circundan su jardín. En la Antigüedad y en la Edad Media se edificaba muros en torno a las ciudades; y parte importante de las fortalezas estaba constituida por sus muros. Todavía subsiste la "Gran Muralla" china, construida desde antes de Cristo para impedir las invasiones en los reinos chinos de parte de los pueblos provenientes de las estepas asiáticas, entre los cuales estuvieron los espantosos "hiong-un", que en Occidente, adonde llegaron una vez repelidos de la China con el resultado de empujar a los aterrorizados germanos a entrar en el Imperio Romano, fueron denominados "hunos".

El emperador Adriano, entre el 122 y el 123 d. C. construyó un muro en Britania para defender la isla por el norte del ataque de los "pictos", que habitaban lo que ahora es Escocia. En estos momentos Inglaterra está por iniciar la edificación de un muro en Calais, para impedir la entrada de inmigrantes, sobretodo sirios, en la isla, que entretanto se apilan en esa ciudad francesa y han dado lugar a los que los periodistas denominan la "jungla de Calais".

En estas circunstancias, el presidente electo de los Estados Unidos propuso durante su campaña electoral hacer elevar un muro a lo largo de la frontera de ese país con México, para frenar la entrada de inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos. Como se ve, no hay mayor novedad en la medida. Pero está por verse si Donald Trump podrá y querrá ejecutar su proposición y bajo qué régimen. Si lo consiguiera, lo inscribiría en la lista de muros destinados a impedir la entrada de otros. Aunque Inglaterra ha iniciado esta modalidad en nuestro tiempo, y ello no parece haber causado un revuelo semejante al ocasionado por la proposición de Trump, es claro que ella no es aceptable para la actual cultura de los llamados derechos humanos; así que habrá que esperar por lo que haya de acaecer en el futuro de dicha proposición.