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Emma Echeverría, psicóloga Comisión CAHVDA: “Las universidades han sido pioneras en establecer protocolos de intervención con respecto a temáticas de violencia y acoso con perspectiva de género”

08.07.2022

Desde hace unos meses la Comisión cuenta con el apoyo de la psicóloga Emma Echeverría Urenes. Gracias a su trabajo, se ofrece el acceso a un primer acompañamiento psicológico para los y las involucradas en denuncias que quieran hablar sobre su experiencia, instancia que permite derivar los casos que correspondan al acompañamiento psicológico que entrega la Dirección de Asuntos Estudiantiles.

Emma es ex alumna de la Escuela de Psicología PUCV. Su interés en temáticas de género y asuntos de políticas feministas se remonta a sus estudios de pregrado, donde profundizó en el tema, estudió y orientó sus posibilidades profesionales hacia esta área en su trabajo e investigación.

Hablamos con ella para saber qué instancias podrían ser claves para prevenir situaciones de acoso, violencia y hostigamiento, así como también para conocer su visión con respecto al avance de este tipo de organismos en las instituciones.

Desde tu disciplina ¿Cómo ves el rol de órganos como la Comisión?

Me parece que las universidades han tenido un papel central. Lo he pensado en las últimas semanas porque han sido pioneras en establecer protocolos de intervención con respecto a temáticas de violencia y acoso con perspectiva de género. Quizá tenga que ver con factores más generacionales, pero no se da tanto en otros niveles como en el ámbito privado -de las empresas u otros tipos de organizaciones- donde los avances son más lentos. 

En ese sentido las universidades y organismos como la Comisión han contribuido a poner esta primera piedra, por así decirlo, o dar el primer paso para integrar modos más equitativos y justos para entender las relaciones en una comunidad formativa.

¿Cuál es tu labor en la Comisión?

Específicamente, mi labor es otorgar acompañamiento y asistencia psicológica a las personas que están implicadas en procesos de denuncia. Recién llevo un poco más de un mes, pero siento que es un rol necesario. Algunos casos coinciden en ciertas temáticas y existen referencias para ser abordados, pero hay un componente particular en cada persona que hace importante ese primer momento de escucha. La primera acogida es fundamental concebir luego desde una mirada transdisciplinaria este encuentro con las personas que traen algo para decir.

Además, en la Comisión el componente humano es muy importante. Me ha tocado ver la labor de Paula (Zúñiga, secretaria ejecutiva de la Comisión), que fuera del procedimiento formal es capaz de escuchar y ver lo que pasa con cada persona. 

¿De qué forma crees que las acciones de prevención podrían disminuir las denuncias o cambiar el paradigma?

Hay una labor muy necesaria en que la Comisión intenta contribuir y es todo lo preventivo: ir a hacer charlas y buscar formas para sensibilizar o educar a la comunidad en estos temas. Estos problemas no se resuelven con el solo hecho de instalar dispositivos, sino que es algo que hay que pensar y llevar a otros planos. Darle un matiz más informativo a la página web, por ejemplo, abrir más canales de comunicación y creo que mi rol podría contribuir de cierta forma a mejorar esto último.

Por otro lado, me parece importante motivar a las personas que trabajan en la Comisión a llevar esto a instancias comunitarias. Algo que nos interesaría sería construir redes con otras comunidades educativas del sector u organizaciones.

Además de la prevención, en el trabajo con los involucrados directos en los casos, hay que intentar ir más allá de los binarismos. Hay que entender que las relaciones humanas son un poquito más complejas que encarnar cierta posición en un momento determinado, que existen posibilidades de escucha, de mediar y llegar a términos que puedan permitir iniciar un proceso de reparación para las personas involucradas.

Quizá otros enfoques de tu disciplina como la psicología comunitaria pueden tener algo que decir sobre estas problemáticas...

En un primer momento se puede abordar desde el ámbito clínico en un espacio de atención confidencial para respetar el relato de las personas y ahondar en lo que están dispuestas a contar. Por otro lado, está lo comunitario, que es donde me gustaría apuntar a futuro con el equipo y que tiene que ver con conversar y debatir las ideas. Ahí también está el componente psicoeducativo, informar a la gente y saber que nos pueden devolver también sus conocimientos y experiencias. No se trata de algo unidireccional, sino que también pensar qué es lo que la comunidad tiene para decir.

¿Crees que la salud mental debe tener perspectiva de género?

Yo creo que la perspectiva de género es necesaria, porque otorga otro nivel a la comprensión de los fenómenos y situaciones que ocurren. En el caso concreto de la Comisión se tratan problemas relacionales y es importante ver que hay otros determinantes como podrían ser la etnia o la clase, por ejemplo. En ese sentido, la perspectiva de género viene a sumar. Como profesional de la salud mental, creo que nos entrega herramientas teóricas para comprender o analizar ideales sociales, roles establecidos y creencias que perpetúan la desigualdad en las relaciones entre hombres, mujeres y personas no binarias, por lo que el propósito es aportar más equidad a la visión y práctica que podemos entregar.

Entendiendo que la Comisión resuelve problemas que surgen al interior de una comunidad universitaria y que muchas de estas situaciones no solo quiebran relaciones personales, sino que también de grupos, ¿crees que en algunos casos es posible reparar los vínculos?

En un primer momento se necesita visibilizar y entender que nos enfrentamos a situaciones complejas, con más de una visión o formas de entender los acontecimientos. Por esta razón puede resultar difícil pensar en la reparación si no hay antes de parte de las personas implicadas la fortaleza mental y la autonomía para asumir la decisión de depositar en este organismo asuntos que afectan de manera tan íntima. No es una decisión sencilla. Se trata de un proceso y los tiempos son personales, no institucionales, por lo que a veces no tenemos la oportunidad de acompañar a las personas activamente en el. De todas formas, puedo sostener que la Comisión está compuesta por profesionales que ofrecen dinamismo y visiones críticas sobre la convivencia y la responsabilidad institucional, desplegando dispositivos de asistencia y acompañamiento en una labor sostenida que busca llegar a resoluciones lo más justas posibles. 

Pienso que, en la medida en que identificamos como organismo los alcances, desafíos y vamos replanteando nuestra práctica, podemos aportar a que las personas que acuden a la Comisión puedan obtener una posibilidad de reparación. Ya sea reconociendo sus vivencias, dando lugar a una comprensión de lo sucedido y de replantearse el cómo se relacionan con sus pares y con la comunidad universitaria en busca de una convivencia más sana. De todas maneras, este es un camino largo por el que seguimos avanzando.