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Gobierno de Corea: se inicia una nueva etapa

Columna de opinión Manfred Wilhelmy, Director Ejecutivo CEA Santiago.

El esperado triunfo de Moon Jae-in en la elección presidencial coreana del 9 de mayo abre una nueva etapa en el sistema político de esta importante democracia del Este de Asia.

A raíz de las actuaciones irregulares de la Presidenta Park Geun-hye, la Asamblea Nacional y el Tribunal Constitucional decidieron su destitución, un proceso con ribetes dramáticos que culminó en el mes de marzo. Actualmente, la ex Presidenta, su cómplice Choi-Soon il, quien ejercía influencia indebida en la Casa Azul, y una serie de ejecutivos de grandes conglomerados coreanos del tipo “chaebol”, como Samsung Electronics y Lotte, enfrentan cargos criminales de corrupción que incluyen delitos de soborno, cohecho, exacciones ilegales y otros, como la revelación de secretos oficiales. Las penas potenciales son severas, y el monto defraudado asciende aproximadamente a US$ 52 millones. Pero lo más importante, que permite sostener que Corea del Sur es un Estado de Derecho y una democracia estable, es que las instituciones han funcionado correctamente y la crisis política interna se ha superado de manera pacífica y ordenada.

Moon Jae-in es un destacado político de 64 años de edad, hijo de un refugiado proveniente del Norte. Se desempeñó como abogado en temas de derechos humanos, y llegó a ser jefe de gabinete del  Presidente Roh Moo-hyun. En la elección presidencial de 2012, había sido derrotado por la ex Presidenta Park. Ahora se ha impuesto de manera clara a un político de centro, Ahn Cheol-soo, empresario de software, y a un político derechista, Hong Joon-pyo. La crisis política protagonizada por la destituida Presidenta Park ha  dejado muy debilitados  a los sectores conservadores de Corea. El partido de la ex Presidenta, denominado Saenuri, se ha dividido en dos facciones (partido Baraeun, contrario a la Sra. Park, y partido de la Libertad de Corea, LPK). Por su parte, el partido del nuevo mandatario, el Demócrata DPK, es el más importante de la Asamblea Nacional, pero el Presidente Moon deberá negociar consensos políticos y legislativos, ya que el DPK no tiene mayoría absoluta.

En el plano interno, Moon procurará controlar el poder de los “chaebol”, cuyo predominio en la economía coreana sigue siendo muy alto. Para ello intentará legislar en materias de gobierno corporativo y responsabilidades civiles, administrativas y penales de las empresas y sus controladores (grupos familiares) y altos ejecutivos. Tendrá que proceder con realismo y cautela, porque si bien contará con apoyo de la opinión pública, los “chaebol” como Samsung, Hyundai, SK y otros han sido los motores de la modernización y proyección global de la economía coreana.

Frente a Corea del Norte, Moon enfrentará el desafío de moderar la agresiva  conducta del dictador Kim Jong-un, empeñado en convertir su régimen autoritario en potencia nuclear, desafiando con ello no solo a Seúl, sino principalmente a Estados Unidos, Japón e incluso a su aliado histórico, la República Popular China. Moon está convencido que la política de “línea dura” frente al Norte de los gobiernos conservadores que le han antecedido ha fracasado. Piensa que habría espacio para sondear la eventual realización de negociaciones con el Norte (realizar “conversaciones sobre conversaciones”), buscar la reapertura de la zona industrial especial de Kaesong, que está cerrada desde el primer semestre de 2016, y convencer al gobierno chino que deje de presionar a Corea del Sur con sanciones económicas unilaterales por su colaboración estratégica con Estados Unidos. Lo anterior, sin embargo, podría complicar las relaciones con Washington: Donald Trump y su gobierno han dicho repetidamente que el tiempo de la “paciencia estratégica” frente al Norte se ha agotado. Es difícil concebir un conjunto de desafíos internacionales más complejo que el que  comienza a enfrentar el flamante Presidente coreano.