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El día en que volvió a rugir el tigre en Malasia

Columna de Juan Pablo Glasinovic, académico PUCV y gerente de la Cámara Chileno-Peruana de Comercio

El 9 de mayo pasado quedará grabado a fuego en la historia de Malasia. La coalición opositora Pakatan Harapan se impuso a la alianza del Barisan Nacional, que venía gobernando ininterrumpidamente desde la independencia en 1957.

En un país que consagra constitucionalmente el predominio político de los malayos (etnia principal del país, que comparten con ciudadanos de ascendencia india y china), romper la estructura de poder imperante y su red de intereses creados, parecía casi imposible.

La oposición, a pesar de que venía creciendo electoralmente, no lograba afectar el predominio gubernamental, encabezado por el partido UMNO (United Malay National Organisation). Esto se debía fundamentalmente a 2 razones: la mayoría de los malayos permanecía fiel a UMNO, el garante de su status; pero también al sistema electoral, con distritos que favorecen a los sectores rurales malayos, en desmedro de la población urbana, que concentra a las otras etnias. Esto último se agudizó con un rediseño del gobierno. Por eso y a pesar del contexto de un mayúsculo escándalo de corrupción – “1MDB”, que incluyó el traspaso de fondos millonarios a la cuenta personal del Primer Ministro – y una deriva autoritaria, no vislumbrábamos una derrota gubernamental, más allá de disminuir su mayoría absoluta en el parlamento.

¿Qué pasó? Se desarrollaron una serie de acontecimientos, entre los malayos, que derivaron en el radical cambio del escenario político. Es importante recalcar que, en la lógica política de Malasia, la llave del poder radica en los malayos y sin estos hechos, jamás hubiera sucedido una derrota del Barisan Nasional. Y en ese ese escenario, sin duda el actor fundamental fue Mahathir Mohamad, quien fuera Primer Ministro entre 1981 y 2003 y una figura de peso internacional, que catapultó a Malasia al desarrollo económico.

Mahathir es un tigre político quien, siendo un novel parlamentario, no dudó en romper los cánones jerárquicos malayos, desafiando al Primer Ministro de la independencia, Tunku Abdul Rahman. Incendió además la pradera escribiendo en 1970 el libro “El Dilema Malayo”, llamando a los malayos a salir de su estado de postergación frente a las otras etnias. Eso significó su expulsión de UMNO. Pero Mahathir terminó regresando al partido para asumir como jefe de gobierno en 1981. En esa calidad impulsó grandes transformaciones. Para eso aplicó, cuando lo consideró necesario, mano dura con los opositores, reales o potenciales. Sobrevivió así 2 grandes crisis económicas (mediado de los 80s y 1997-98), un desafío a su liderazgo en UMNO en 1987, que terminó con el partido dividido en 2 facciones por casi 10 años y una pugna fratricida con su sucesor designado Anwar Ibrahim.  

La historia con Anwar es un verdadero drama en el que hubo un fuerte vínculo, seguida por una persecución implacable, humillación y mucho dolor, para terminar en reconciliación. En efecto, Mahathir lo había educado como su sucesor, pero por razones no muy claras, consideró que iba a torcer su legado y afloró en él, ese tigre feroz. Tanto así que Anwar, un musulmán practicante, fue acusado y condenado por sodomía, la peor ignominia en el contexto malayo, yendo a la cárcel. Esa furia no se aplacó por años, e intentó sacarlo de la vida política y civil.

A partir de su retiro, Mahathir siguió proyectando su sombra, cada vez más débil a medida que el hombre avanzaba en años. Pero llegó el momento en que también, con el escándalo 1MDB, consideró que Razak, a quien había ungido personalmente, era indigno de seguir como gobernante y abandonó UMNO para abrir su propia tienda. Si alguien pensó que era la aventura sin destino de un viejo nonagenario, se equivocó. Y de ahí en adelante no paró, galvanizando a la oposición, y en especial a los malayos descontentos, hasta entonces carentes de una alternativa en la cual confiaran. Pactó con su anterior hijo político Anwar, líder de la oposición encarcelado, con una reconciliación mediante, y arremetió contra el gobierno y su “indigno heredero”.

Votó el 83% de la ciudadanía y al término de la jornada, se escuchó el rugido del tigre victorioso. A los 92 años Mahathir vuelve a ser PM.

¿Cambiará la lógica política en Malasia? En los tiempos que corren, todo puede pasar. Será un período apasionante de seguir y las decisiones del viejo caudillo serán fundamentales para definir la nueva Malasia.

En lo personal en toda esta historia, me quedo con la posibilidad de la grandeza humana, que no tiene edad.

 

Juan Pablo Glasinovic

Master of Arts en Sudeste Asiático de la Universidad de Londres

Académico Pontificia Universidad Católica de Valparaíso