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A 150 años del nacimiento de Mahatma Gandhi

El próximo 2 de octubre se celebran 150 años del nacimiento de Mahatma Gandhi. Con este documento damos inicio al ciclo de conmemoración.

El Profesor Alan Meller (Ph.D Literatura Comparada New Delhi University, India) nos invita a reflexionar sobre algunas preguntas y respuestas del libro Hind Swaraj  “El Autogobierno de la India” (Indian Home Rule) de Mahatma Gandhi. Las ideas que propone Gandhi resultan tremendamente vigentes considerando el fracaso de las ideologías del siglo XX incluyendo el marxismo y el desencanto con el neoliberalismo. Gandhi propone un nuevo paradigma para una civilización alternativa y desarrolla la estrategia de lucha política con la desobediencia civil pacífica. Esta estrategia es la que hoy están empleando los ciudadanos de Hong Kong contra la dictadura del Partido Comunista Chino. (FLV)

 

Hind Swaraj   Alan Meller

Hind Swaraj es la obra más importante de Gandhi. En ella desarrolla su filosofía de la no violencia. Puede traducirse como el Autogobierno de la India. No refiere solo a un autogobierno nacional sino también a un autogobierno personal, sin el cual, aquel carecería de sentido.

Gandhi escribió la primera versión en Gujarati, su lengua natal, mientras volvía en barco desde Sudáfrica a India en 1909. Tras ser prohibida, escribió una versión en inglés. En ediciones posteriores Gandhi explica que el propósito de este texto es ofrecer alternativas no violentas a la lucha por la independencia que, según él, era el camino más cercano a las tradiciones indias.

La resistencia pasiva propuesta en Hind Swaraj, lejos de ser pasiva, es una incitación a la rebeldía. Aquí se eleva como máxima virtud la desobediencia de leyes inhumanas, pues “no hay mayor superstición que creer que una ley injusta debe ser obedecida”. Sin embargo, y este es el mayor aporte de Gandhi a la humanidad, la defensa de los derechos debe imponerse a través del sufrimiento personal.

Para facilitar la comprensión de sus ideas, Gandhi construyó una entrevista ficticia en la cual un hipotético Lector le hace preguntas y, a su vez es cuestionado, por el Autor, es decir, Gandhi.

A continuación algunos fragmentos del Hind Swaraj[1]:

Acerca de Satyagraha, la resistencia pasiva

Lector: Es necesario entender más a fondo a esta resistencia pasiva. Sería bueno por tanto que usted hablase de ella más ampliamente.

 

Autor: El satyagraha corresponde en inglés a resistencia pasiva. La resistencia pasiva es un método para defender los derechos a través del sufrimiento personal; lo contrario de la resistencia armada. Cuando me niego a hacer una cosa que repugna a mi conciencia, yo uso la fuerza del alma. Por ejemplo, el gobierno en turno ha aprobado una ley aplicable a mí. Yo no la comparto. Si usando la violencia obligo al gobierno a abolirla, estoy usando la que puede ser definida como fuerza física. Si no obedezco a la ley y acepto la pena por haberla infringido, uso la fuerza del alma. Ésta implica el sacrificio de uno mismo. Todos admiten que el sacrificio de uno mismo es infinitamente superior al sacrificio de otros. Además, si este tipo de fuerza es usada para una causa injusta, sólo sufre la persona que la usa, no hace sufrir a los otros por sus errores.

L: Usted así infringiría las leyes; lo que significa clara deslealtad. Siempre hemos sido considerados una nación observante de las leyes. Parece que usted supera incluso a los extremistas. Ellos afirman que debemos obedecer a las leyes que han sido aprobadas, pero si las leyes son injustas, debemos echar a los legisladores también con la fuerza.

 

A: El tener que obedecer a las leyes, tanto buenas como malas, es una noción del todo nueva. Antes no existía nada similar. El pueblo no cumplía las leyes que no compartía y soportaba las penas por haberlas infringido. Es contrario a nuestra humanidad obedecer las leyes que repugnan a nuestra conciencia. Tal enseñanza es antirreligiosa y significa esclavitud. Las leyes hechas por el hombre no son necesariamente vinculantes para él. Ni siquiera el gobierno espera esto de nosotros. No dice: "Deben hacer así y así", sino que dice: "Si no lo quieren les castigaremos". Hemos caído tan bajo que imaginamos que nuestro deber y nuestra religión sean hacer lo que la ley dice. Si el hombre sólo se diera cuenta que es de cobardes obedecer a leyes injustas, no lo podrá más esclavizar ninguna tiranía hecha por el hombre. Ésta es la clave del autogobierno o gobierno nacional. Es supersticioso y antirreligioso creer que un acto de la mayoría vincule a una minoría. (…) Mientras exista la idea supersticiosa de que los hombres deben obedecer a leyes injustas, existirá también su esclavitud. Y sólo un resistente pasivo puede remover tal superstición. El uso de la fuerza bruta y de las armas de fuego están contra la resistencia pasiva, en cuanto significa que queremos obligar por la fuerza a un oponente nuestro a hacer lo que él no quiere. Y si el uso de dicha fuerza es justificable, seguramente él se siente en el derecho de hacer lo mismo con nosotros. Y así no llegaremos nunca a un acuerdo. Podremos simplemente ilusionarnos que estamos haciendo algunos progresos como un caballo ciego que sigue moviéndose en círculos alrededor de una molienda. Quienes consideren que no tienen que obedecer a las leyes que repugnen su conciencia, tienen como única solución la resistencia pasiva. Cualquier otra solución llevará a la ruina.

 

L: De lo que afirma deduzco que la resistencia pasiva es un arma perfecta para los débiles, pero los fuertes pueden empuñar las armas.

 

A: Ésta es una estupidez. La resistencia pasiva, o sea la fuerza del alma, es invencible, es superior a la fuerza de las armas. ¿Cómo puede ser considerada sólo el arma del débil? Los hombres físicamente fuertes no conocen el valor que requiere un resistente pasivo. ¿Usted cree que un cobarde podría alguna vez desobedecer a una ley que no comparte? Los extremistas se consideran el sostén de la fuerza bruta. ¿Por qué hablan entonces de obediencia a las leyes? No los condeno. No estoy en condiciones de decir más. Cuando logren echar a los ingleses y se conviertan ellos en los gobernantes, se necesitará quien obedezca a sus leyes. Y esto se adapta bien a su índole. Pero un resistente pasivo afirmará que no obedecerá una ley contraria a su conciencia, aunque tuviese que ser despedazado por la boca de un cañón. ¿Piensa que se necesita más valor en despedazar a alguien desde atrás de un cañón que acercarse a un cañón con la sonrisa en los labios y hacerse despedazar? ¿Quién es el verdadero guerrero? ¿El que considera la muerte como una amiga íntima o quien decide sobre la muerte de otros? Créame, al hombre que le falte valentía y coraje nunca podrá ser un resistente pasivo. Admitiré, por tanto, que incluso un hombre físicamente débil es capaz de ofrecer resistencia pasiva. Lo pueden hacer tanto él como millones de hombres. La resistencia pasiva la pueden practicar sea hombres que mujeres. No requiere el entrenamiento de un ejército; no tiene necesidad de jiu-jitsu. Sólo es necesario el control de la mente, y cuando éste se alcanza, el hombre es libre como el rey de la selva y su sola mirada fulmina al enemigo. La resistencia pasiva es una espada universal, que se puede usar en toda situación; bendice al que la usa y a aquél contra quien es usada. Da resultados sin derramar una sola gota de sangre. No se herrumbra nunca y no se puede robar. La competencia entre resistentes pasivos no destruye. La espada de la resistencia pasiva no tiene necesidad de revestimiento. Es extraño, sin embargo, que usted considere tal arma como un arma de los débiles.

Acerca de la civilización

L: ¿Quisiera decirme algo de lo que ha leído y pensado respecto a esta civilización [europea]?

A: Consideremos cuál es el estado de las cosas que se describe con la palabra "civilización". La verdadera prueba reside en que las personas que viven en ella hacen del bienestar material el objetivo de sus vidas. Tomemos algunos ejemplos. La gente europea vive hoy en casas mejor construidas que hace cien años. Esto es considerado un emblema de la civilización y también una forma para promover la felicidad del cuerpo. Una vez vestían con pieles y la lanza era su arma. Ahora usan pantalones largos y para embellecer los propios cuerpos, usan una amplia gama de vestidos y, en vez de las lanzas, llevan pistolas de cinco o más disparos. Si la gente de un cierto país que, hasta ahora no acostumbrada a usar muchos vestidos, botas, etc., usa la vestimenta europea, se considera civilizada y ya no salvaje. Una vez, en Europa, los campos se araban principalmente gracias al trabajo manual. Hoy, se puede arar un vasto terreno por medio de máquinas de vapor y así acumular grandes riquezas. Esto es definido como un signo de civilización. Una vez eran pocos los hombres que escribían obras de valor, hoy quienquiera escribe e imprime cualquier cosa que le guste y envenena así las mentes de las personas. Una vez los hombres viajaban en carretas, hoy pasan como flechas en trenes a una velocidad de 400 y más millas al día. Esto se considera el ápice de la civilización. Se ha dicho que con el progreso del hombre se podrá viajar con aviones y alcanzar cualquier parte del mundo en pocas horas. El hombre no tendrá más necesidad de manos y pies. Se apretará un botón y los vestidos estarán a la mano. Se apretará otro botón y llegará el periódico. Se apretará un tercer botón y un coche estará listo, a la espera. Habrá una gran variedad de alimentos refinados prontos. Todo será hecho por maquinarias. En otra época, cuando la gente quería combatir, medía su propia fuerza física; hoy, un sólo hombre, con un arma de fuego, puede, desde una colina, quitar la vida a millares de personas. Ésta es la civilización. En otro tiempo, los hombres trabajaban al aire libre cuanto querían; hoy, miles de trabajadores para mantenerse se encuentran trabajando encerrados en fábricas y minas. Su condición es peor que la de los animales. Están obligados a trabajar, arriesgando la propia vida, desarrollando actividades muy peligrosas, para ventaja de los millonarios. En otra época, los hombres eran esclavos físicamente; hoy, la tentación del dinero y de los lujos que con él pueden comprarse, los ha convertido en esclavos. (…) Esta civilización es tal que con un poco de paciencia se destruirá por sí sola. Según la enseñanza de Mahoma, ésta sería considerada una civilización satánica. El hinduismo la llama la edad negra. Debe ser evitada. Los parlamentos son verdaderos emblemas de esclavitud. Si usted pensara lo suficiente, llegará a las mismas conclusiones y parará de enojarse con los ingleses. Ellos, más bien, ameritan nuestra compasión. (…) La civilización no es un mal incurable, pero no hay que olvidar nunca que los ingleses actualmente están afectados por él. (AM septiembre 2019).



[1] Traducción de Pietro Patella en “Gandhi y la desobediencia civil”, Anexo I, México: Plaza y Valdés Editores, 2001.