07.04.2016
“El valor de nuestra Facultad y de las disciplinas que cultivamos, no es gratuito: para que exista y persista debe haber convicción, perseverancia, entrega y sentido de tarea. No nos engañemos: vivimos en un mundo que no aprecia precisamente las humanidades o el cultivo desinteresado de las artes, una sociedad que valora pobremente el trabajo de los profesores, aquí o en el sistema escolar, porque tiene un pobre concepto de la autoridad que da el saber, frente a un poderoso pero vacío sentido del materialismo más ramplón que se pueda imaginar, ese que aprecia según el precio, según los bienes, y poco más, o simplemente nada más”, señaló en su discurso inaugural José Marín Riveros, decano de la Facultad de Filosofía y Educación.
Agregó que “si se pretende ser la Facultad más importante de la Universidad, esto significa que nunca debemos claudicar frente a nuestra única obligación: hacer nuestra tarea en el nivel más alto, exigirnos al máximo, esto es, hacer las cosas bien, porque esta Facultad nos pide esa responsabilidad. Y porque la cultura, al final y como aprendí de mi maestro, descansa en el hacer bien hecho. Así de simple”.
La inauguración del año académico contó con la presencia de Claudio Elórtegui, rector de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; José Ceroni, decano de la Facultad de Ingeniería; Kamel Harire, decano de la Facultad Eclesiástica de Teología, y Enrique Piraíno, presidente del Capítulo Académico.
CONFERENCIA INAUGURAL
“Misericordiae vultus: ¿por qué ejercitar la misericordia al interior de una facultad universitaria?" se tituló la conferencia inaugural dictada por el doctor Juan Pablo Faúndez, consejero superior de la PUCV y jefe de programas académicos de la Facultad Eclesiástica de Teología.
“Movido por el tiempo especial que vivimos en la Iglesia, el decano José Marín me propuso una reflexión en torno a la Bula Misericordiae Vultus, El Rostro de la Misericordia, con la que el Papa Francisco ha convocado este 2016 como año de gracia en torno a la Misericordia”, informó el profesor Faúndez.
De acuerdo al académico, misericordia es reconocerse en el otro. “Lo que estamos haciendo es ejercitar un acto de misericordia: de poner el cor, cordis (el corazón) en la miseris (la miseria o carencia) que experimenta otro para marcar de algún modo nuestra presencia y hacerle saber que no está solo: misericordia. La misericordia, por tanto, implica, en primer lugar, un acto de valoración, apreciación o de reconocimiento de la dignidad de otro, que luego podrá orientar la ejercitación de nuestro cor-dis hasta llegar a generar el hábito de preocupación por el otro”, precisó.
El académico destacó que en la Bula se menciona que la misericordia no es contraria a la justicia. “La justicia por sí misma no basta y la experiencia enseña que al apelar solamente a ella se corre el riesgo de destruirla. Por esto Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón”, comentó el profesor.
“Ejercitar la misericordia al interior de una facultad universitaria cualquiera, no sólo de una universidad católica, es una motivación que debiera inspirar a toda corporación que se dedica al estudio de la verdad, desde cualesquiera de sus poliédricas perspectivas, como le gusta mencionar al Papa Francisco”, concluyó.
Natalia Cabrera
Facultad de Filosofía y Educación
